Anoche, Gran Hermano decidió saltarse sus propias reglas. Anoche, Gran Hermano decidió que, dada la gravedad de la DANA, los concursantes debían saberlo. Recordó hace cuatro años, cuando también Jorge Javier Vázquez relató a los concursantes de Supervivientes de esa edición el estado de alarma, el confinamiento y la pandemia del COVID. Conectó con la casa, les advirtió de que sus familias estaban bien, pero que había sucedido algo tan grave y devastador que había que contárselo.
Gran Hermano, entonces, les puso imágenes de los Informativos Telecinco en las que se veían las terribles escenas de la riada, la destrucción, la desolación, la solidaridad de miles y miles de personas, la devastación. Muchos de los concursantes no pudieron contener las lágrimas ni la estupefacción ante lo que acababan de ver. Pero fue el momento en el que Jorge Javier Vázquez volvió a conectar con ellos cuando todo se vino abajo.
"El país está profundamente conmovido. No solo por la tragedia, sino también por la inmensa solidaridad y la movilización que, una vez más, está demostrando", arrancaba el presentador. Jorge Javier Vázquez no podía continuar. Se llevaba las manos a la cara, pedía perdón y se apartaba del plano. Pocas veces hemos visto al presentador tan sumamente roto. Durante unos segundos, que se hicieron eternos, las cámaras de Gran Hermano decidieron enfocar a los concursantes y a los familiares para darle unos minutos a Jorge Javier Vázquez para que se repusiera. Era difícil.
Muchos habremos llorado estos días desde casa, viendo el horror y el dolor por el que están pasando miles de personas que lo han perdido todo. Anoche, la imagen de Jorge Javier Vázquez, completamente roto, hizo que esas lágrimas volvieran. Somos humanos, gracias a Dios.
"Queremos agradecer a la UME, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Protección Civil, sanitarios y todos los voluntarios que se están dejando la piel en ayudar a los afectados. Muchas gracias de corazón, de verdad. Os dedicamos este aplauso", clamaba el presentador una vez repuesto.
Muy emocionado, Jorge Javier Vázquez no quiso dejar pasar la ocasión para lanzar un mensaje de apoyo a todos los afectados: "No nos hemos olvidado de vosotros y os tenemos muy presentes. Poco podemos decir más que demostraros nuestro cariño y amor. Estamos con vosotros". Pero se volvió a romper cuando sintió que, con todo lo que está sucediendo, era "ridículo" estar haciendo Gran Hermano: "La única intención de Gran Hermano es la de abrir esta ventana y que, en medio de tanto horror y sufrimiento, encontréis un espacio donde entreteneros y conseguir, en la medida de lo posible, si se puede un poco, que en algún momento os podáis evadir".
"En estos momentos uno a veces se siente muy ridículo trabajando con todo lo que está pasando en este país. Es un sentimiento al que tenemos que hacer frente. Lo comparto con vosotros. Me siento muchas veces ridículo diciendo '¿qué estamos haciendo?'. Ojalá sirva para que en algún momento podamos sacaros una sonrisa. No olvidéis que estamos a vuestro lado", concluyó.
Es comprensible ese sentimiento, pero hay que recordarle, porque él fue precisamente uno de ellos, los programas, presentadores y colaboradores que durante la pandemia llenaban horas y horas de televisión y de entretenimiento en la peor de las situaciones. Entiendo que se sienta "ridículo", porque lo que ha ocurrido, lo que está pasando y lo mucho que queda por hacer lleva a eso, pero la labor de la televisión, de programas como Gran Hermano, de las series, es tan importante como la de informar o analizar lo ocurrido.
La televisión te informa, pero también te traslada a otro mundo, a otra realidad, a un estado de inconsciencia, valga la redundancia, que muchas veces es la mejor o incluso la única terapia para evadirse. No es ridículo; es una labor más. Igual que el militar tiene que estar en la zona cero, el reportero tiene que estar informando, el entretenedor tiene que estar entreteniendo porque también se necesita. Porque en situaciones como esta es cuando más se necesita una sonrisa, un abrazo, una evasión.
Estar en un plató, arrancar un programa de entretenimiento, conducirlo, mantenerlo siendo consciente de lo que hay es una de las tareas más complicadas, porque efectivamente tu cabeza, traicionera muchas veces, te lleva a pensar que lo que estás haciendo no sirve de nada frente a lo que hay fuera; porque te lleva a pensar que entretener en momentos así es frívolo. La mente es muy traicionera, pero la realidad, no.
Claro que anoche muchos nos rompimos al ver a Jorge Javier Vázquez así, como nos hemos roto tantas veces estos días. Pero vuelves a empezar, y para volver a empezar necesitas buscar sentido. Para ello, la mente necesita despejarse, olvidar aunque sea por breves instantes, resetearse.
Este martes, entrevistando a una actriz, era ella la que me decía que su madre le pedía que quitase las noticias de la televisión y que le dejase ver su serie favorita. Eso de ridículo no tiene nada. Se hizo con la pandemia, cuando la televisión era la mejor manera de evadirse, y se tiene que seguir haciendo ahora. Entretenimiento e información no son enemigos; son hermanos televisivos. Así que de "ridículo", nada.