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En el corazón de la Axarquía, entre aguacateros y viñas, conviven pueblos de casas blancas, calles llanas y leyendas de bandoleros. A menos de una hora de la capital, se encuentra el más alto de la provincia de Málaga, con apenas 1.000 habitantes y un recetario de los que nunca pasan de moda
¿Cuál es el pueblo de Málaga de interior con un pasado bandolero?
Hablamos de Alfarnate, una localidad de arquitectura árabe rodeada por las sierras de Enmedio, Palomera y Jobo. Su ubicación, a 900 metros sobre el nivel del mar, ha convertido a este pequeño pueblo en la Corona de Málaga.
A su entramado urbano, con detalles pintorescos en cada rincón, le sobrevuelan leyendas sobre las andanzas de los bandoleros allá por el siglo XIX. Se dice y se cuenta que estos se refugiaban en los alrededores, haciendo alguna que otra escapada al pueblo.
Una de ellas rememora al más famoso de los bandoleros: José María 'el Tempranillo'. La historia narra que, en una popular venta de la zona, pidió a unos vecinos comer de la misma olla que ellos. Al negarse, por no contar con una cuchara para él, este elaboró una de pan. Tras terminar de almorzar, se la comió y les indicó: "ahora comámonos las cucharas". Algo que tuvieron que hacer, pese a ser de madera.
Otra de las habladurías que todavía perduran es sobre El Rojo, compañero de idas y venidas del bandolero de Ronda, Tragabuches. El relato rememora cómo se escuchaba al popular caballista cantar un fandango en la soledad de su celda, antes de ser trasladado a otra prisión.
La fiesta de Moros y Cristianos convierte a Alfarnate en un pueblo medieval
Estos no son los únicos episodios históricos que giran en torno a la localidad. Su fundación, durante la dominación musulmana, ha dado lugar a una de las fiestas locales más importantes: la de los Moros y Cristianos.
Se celebra en el mes de septiembre y nace con motivo de la reconquista del Reino de Granada. Durante la festividad, Alfarnate se transforma en un pueblo medieval y representa una obra teatral sobre el robo y conquista de la Virgen de Monsalud. Además, los vecinos van ataviados con trajes de época mientras pasean por los mercadillos y calles decoradas.
La Venta de Alfarnate, ahora restaurante y museo del bandolerismo
Al pie del pico del Chamizo (en el kilómetro 7,4 de la A-4152) hay un lugar que, aunque no tenga título de monumento histórico, bien podría serlo. Se trata de la llamada Venta de Alfarnate. Edificada en el siglo XIII, está considerada un lugar de paso, donde se hospedaron hasta reyes, y que curiosamente contaba con una habitación a modo de calabozo.
Hoy en día, alberga un restaurante de lo más popular y un museo dedicado al fenómeno del bandolerismo. Hasta allí llegan muchos de los visitantes que hacen la ruta del aceite (se pueden comprar o degustar) y que cruza el pueblo.
Este no es el único producto que brilla como el oro en la cocina local de la localidad axárquica. No es difícil encontrar establecimientos donde sirvan un plato de gazpachuelo, sopa de cachorreñas, morrete de papas y setas, o el gazpacho al estilo alfarnateño.