Abre los ojos
Mestalla es un polvor�n, un templo maldito al que los jugadores empiezan a temer. Y tambi�n los que juegan en otras demarcaciones dentro de la entidad.
Mestalla es un polvor�n, un templo maldito al que los jugadores empiezan a temer. Y tambi�n los que juegan en otras demarcaciones dentro de la entidad.
No hay un s�lo culpable en el rumbo al abismo del Valencia, aunque Pellegrino tampoco ha dado muestras en ning�n momento de ser el mes�as que necesita el club.�
El regreso de Banega convierte al Valencia triste y lento de inicio de temporada en un equipo hilarante que despierta a la grada. �Ser� el punto de inflexi�n que intuye Pellegrino?�
Empecemos por aceptar que el Valencia tiene ante s� un a�o complicado y que vivimos una nueva era marcada por la incertidumbre.�
Permanezcan sentados, emocionalmente hablando. No es justo exigir una mutaci�n del car�cter sin atemperar antes los nervios. �
Asombra c�mo el Valencia ha dejado a escapar el jugador revelaci�n de Espa�a en esta Eurocopa�por 14 millones de euros. Es f�cil de explicar: por necesidad. Las finanzas del club de Mestalla est�n camino de mejorar, pero este verano a�n toca apretarse el cintur�n y pasar penurias. Jordi Alba es un valor de presente. Ha madurado y, sobre todo,�no ha perdido el desparpajo de quien quiere comerse el mundo a bocados.�Pero quer�a jugar en el Bar�a.
Con el adi�s 'feliz' de Emery, tras el 'feo' ante la prensa, el Valencia inicia una nueva etapa con Mauricio Pellegrino como entrenador.�
Recuerdo a Pellegrino en la antesala del vestuario de Melwood d�as antes de�que el Liverpool jugara la final de�Copa de Europa contra el Milan en Estambul. Era el �ltimo jugador que quedaba. Como siempre, pens�.�En�la Ciudad Deportiva de Paterna casi echaba la llave cada d�a.
Unai Emery ha decidido acabar su etapa en Valencia con un discurso tribunero que busca el aplauso de quien no ve a su equipo jugar cada semana. Ha elegido desahogarse y soltar de una vez por todas los reproches que llevan guard�ndose durante los a�os amparado en una clasificaci�n que mantiene al equipo cogido a la tercera plaza con pinzas. Hacer que los valencianos queden como�locos inconformistas es un discurso equivocado. Su disparo es equivocado.
Ya no es un premio para el grueso del valencianismo, que harto de sonrojo busca urgentemente la ilusi�n que le libere del hast�o.�