TOROS
Feria de Otoño

Taconero y la reivindicación del novillo de Madrid, puntal de Fuente Ymbro en Las Ventas

Un bonito y buen utrero de Ricardo Gallardo, máximo argumento de un conjunto bien presentado pero escaso de raza; naufragio de la terna con las espadas: seis avisos, seis silencios. Gran entrada: 16.000 espectadores

Natural de Nek Romero al buen Taconero
Natural de Nek Romero al buen TaconeroPlaza 1
Actualizado

De los tres novilleros, dos venían tocados: Valentín Hoyos, con los puntos frescos de la cornada de Azuqueca de Henares; Alejandro Chicharro, herido el día anterior en Arnedo. Coincidían los dos no sólo en su dolorosa condición, sino también en ser los toreros de la terna, a priori, con más sentido del toreo. Pero el naufragio colectivo con la espada -seis avisos, seis- los empató a todos, también a Nek Romero con el agravante de que suyo fue el toro de la tarde, un tal Taconero que vino a reivindicar lo que debería ser el novillo de Madrid. Un lujo.

Lo cierto es que novillada de Fuente Ymbro, abierta de líneas y dispar por tanto de hechuras, respondió en líneas generales a esa reivindicación, alejada de la desmesura de otras veces para quienes empiezan. No siempre bonita pero sí razonable, respetando la exigencia del trapío de esta plaza. Su problemática fue otra, la escasez de raza. A excepción de la que contuvo la fuerte movilidad del último frisando en el genio, tan desatemperado y desabrido.

Una gran entrada -tres cuartos de entrada, más de 16.000 personas- arropó la tercera cita de de la feria de Otoño. Las expectativas, por contra, se quedaron muy debajo de la expectación.

Apenas pudo demostrar Hoyos la dotes que exhibió en verano ante el novillo -un torito bien hecho y apretado pero montado y cortito de cuello- que estrenó el conjunto de Fuente Ymbro: poco celo, escaso empuje, contada humillación. Este último problema se agravó con el transcurrir de la faena, enganchando y desluciendo -especialmente por el izquierdo, aun sin maldad- una labor desangelada. El novillo no se lo puso a VH para enterrar la espada, tan tapada la muerte también con el descabello.


Vino a reivindicar Taconero lo que ha de ser un novillo de Madrid, ya digo. Además de bonito, fue muy bueno. Humillación, calidad y esa manera salirse de la muleta, un metro al menos para siempre volver. Sostuvo el ritmo y superó un error de terrenos de Nek Romero, que lo se lo volvió a sacar de las rayas hacia fuera. Allí dentro las tentaciones de tablas le pesaban. Para embestir así de bien hay que contar necesariamente con algún entreverado mansito. Pero hablemos de Nek, que toma ya la alternativa el 9 de octubre en Valencia. El chaval ha mejorado a base de rodaje y ponerlo mucho -aquí en Madrid no poco al ser la empresa la misma que la del coso de la calle Játiva-, pero no le alcanzó para cuajar al notable Taconero. El oficio cogido no le ha llegado a la suerte de matar: no es que pinche, es cómo pincha. Dos avisos.

Ovacionaron de salida al tercero, más descarado pero de cuerpo armónico. Pijotero es reata que no le suele fallar a Ricardo Gallardo. Apuntó algunas notas estimables -sin la clase del anterior-. Su problema fue de fondo: duró poco. Alejandro Chicharro, que sabe lo que es triunfar en Las Ventas, prendió esperanzas en el principio de faena por estatuarios y ovaciones cuando soltó la izquierda. Le dio la media distancia con listeza, pero al correr la mano aquello no dijo mucho. No tuvo enemigo para intentar remontar y naufragó con la espada también hasta los dos avisos.

Hora y media y cinco avisos después del arranque de la corrida, saltó el cuarto novillo de la tarde. Distaba de los anteriores: despegado del piso, agalgado y largo, zancudo y altón. Tocado arriba de pitones, con buen cuello y estrecho de sienes no se hacía un locurón de estos destartalados de verano. Apuntó condiciones -humillación en el embroque, fijeza y nobleza-, pero le faltó bravura para tirar con todo eso hacia delante. Cuando perdió las inercias que le había concedido con distancia Valentín Hoyos -desde el prólogo de rodillas en los medios a las primeras tandas-, se fue parando y desentendiendo. La imagen del salmantino, que esbozó con la izquierda espejismos del verano, volvió a quedar emborronada por el acero.


Un quinto bastote y playero manseó mucho en los tercios previos -también lo había hecho el anterior-, y se paró antes de hora en la muleta. Aun así, en corto y llegándole mucho al hocico, Nek Romero consiguió tirar de él. Descolgaba y obedecía a falta de todo lo demás. No hubo mucha causa. Lo despenó de pinchazo y bajonazo.

El último sacó una movilidad más enrazada, fuerte y también desabrida, soltando mucho la cara, con más disparo que ritmo. Difícil de templar. Tropezó la muleta de Alejandro Chicharro demasiadas veces desde que lo desarmó en el prólogo de rodillas. La sucia y protestada faena tuvo, sin embargo, la resolución cabal de la estocada. Desgraciadamente necesitó el refrendo del descabello. Otro aviso, el sexto de la tarde. Los aplausos para el bicho en el arrastre estaban cantados. Unas palmas no tan fuertes como las que escuchó Juan Carlos Rey por asomarse al balcón. La ovación de la tarde -con permiso de Víctor del Pozo-, y con eso se dice todo.

Ficha

Monumental de las Ventas. Jueves, 3 de octubre de 2024. Tercera de feria. Tres cuartos de entrada (16.274 espectadores). Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, de diferentes hechuras y escasa raza; notable el 2º; se movió desatemperado y geniudo el 6º.


Valentín Hoyos, de malva y oro. Dos pinchazos, uno hondo y perpendicular y cinco descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, metisaca y estocada. Aviso (silencio).

Nek Romero, de verde botella y oro. Dos pinchazos, estocada defectuosa y cuatro descabellos. Dos avisos (silencio). En el quinto, pinchazo y bajonazo (silencio).

Alejandro Chicharro, de gris perla y oro. Cuatro pinchazos y estocada tendida. Dos avisos (silencio). En el sexto, estocada y dos descabellos. Aviso (silencio).