Me gustó mucho el afán competitivo del Real Madrid, que sin jugarse nada, machacó a un Alavés que apareció con aires de grandeza cuando su logro es que se ha salvado del descenso. Este Madrid es un equipo sin piedad, una máquina futbolística casi perfecta.
A pesar del malintencionado Casillas, que simula tener la verdad de la portería, y algunos gurús justicieros, no hay sombra de duda de que Courtois debe jugar otra final de la Champions.
La opción de Lunin es una vela que se apaga con la luz de un meta belga que, con dos lesiones no sólo parece el de siempre, es que no hay duda de su absoluta recuperación. Sigue siendo el mejor del mundo.
Otra buena noticia es que Bellingham asoma como el jugador que llegó. Parece muy recuperado físicamente. Hizo un gol de ciencia- ficción. Creo que intentó un centro pero, ¿qué más da?
El castigo que nos impone Ancelotti con su absoluta imposición de un jugador que cada día se asemeja a un fracaso es Rodrygo. Es terriblemente nocivo para el equipo. Brahim es mejor en el regate, en goles e inteligencia, pero siempre le castiga porque parece que le odia. Si el malagueño no juega la final es una prevaricación del entrenador italiano.
Pintus ha creado un equipo maratoniano. Llega con el factor físico y de potencia más alto que cualquier rival que haya visto últimamente. Es como un diésel incansable, como el nuevo héroe Vinicius, que hizo dos goles, también muchas pérdidas y, por fin, deja de ser Mr. Magoo y ya ve puerta.
Luego es absolutamente asombrosa la nueva estrella turca, la maravilla "Topkapi", Arda Güler, que es capaz de hacer goles con una creatividad de fenómeno. Tampoco le ayuda mucho el supra conservador Ancellotti, que le corta su progresión.
Respecto al Alavés, apareció como alma que lleva el diablo, con una presión asombrosa, pero no marcó. Es el típico paletismo de los equipos que llegan al Bernabéu en busca de la gloria. Luego fue una verbena. Hagi, un trotamundos nacido en Estambul y de origen rumano, jugó, disparó e hizo todo lo que pudo para que el Madrid se fije en él.
No fue ni una prueba. Ni un vil entrenamiento. Vimos a un equipo que se ha convertido en una apisonadora sin piedad.