Israel y la Franja de Gaza ya no serán lo mismo tras la mañana del 7 de octubre, cuando un millar de efectivos del brazo armado del movimiento integrista Hamas atacaron comunidades y bases israelíes. Quizá tampoco lo sea la frontera israelo-libanesa tras episodios de tensión como el de este miércoles, cuando el grupo chií Hizbulá disparó un misil antitanque contra una posición militar fronteriza israelí, que respondió con fuego de artillería.
Cinco días después, Gaza sufre un masivo ataque por mar y aire a expensas de si las tropas israelíes concentradas en gran número cerca de la frontera ponen sus botas en suelo gazatí, entra en la oscuridad y no sólo porque su única central eléctrica haya dejado de funcionar tras la suspensión del suministro israelí. El enclave palestino se encamina hacia una nueva crisis humanitaria, con cada vez más personas desplazadas para encontrar cobijo en las 83 instalaciones de la ONU y sin entrada de combustible. Los hospitales tratan a los más de 5.000 heridos, mientras la cifra de muertos supera los 1.354, según ha informado el Ministerio de Sanidad del enclave controlado por Hamas, en un balance que crecerá con la misma rapidez con la que el enfrentamiento apunta a transformarse en un histórico punto de inflexión. En el lado israelí, los muertos alcanzan ya los 1.300.
El sur de Israel tampoco será lo mismo tras el Sábado Negro que segó la vida de más de 1.200 personas, hirió a 3.000 y provocó el secuestro de unas 150 en la vecina pero tan lejana Gaza. Cinco jornadas después de ser sorprendida en el mega atentado, Israel sigue buscando e identificando los cadáveres de las víctimas, tratando de localizar y neutralizar a los milicianos que aún puedan permanecer en su territorio como ha sucedido esta noche, blindando sus fronteras del norte (Líbano y Siria) y del sur (Gaza), desplegando tropas y activando sus escudos defensivos antiaéreos contra proyectiles, misiles antitanque, drones e infiltraciones.
Ascalón volvió a convertirse en el principal blanco de Hamas con las ráfagas de proyectiles más intensas de la contienda. La Cúpula de Hierro realizó decenas de interceptaciones. Los que agujerearon la acción de la batería defensiva causaron varios heridos.
En esta ciudad, a 15 km de la Franja de Gaza, encontramos a Yahel Amram. Investigadora en el Cuerpo de la Policía Fronteriza, la guerra trastocó sus planes. Ahora, es una civil que no se separa de su fusil M-16. "Es todo muy peligroso tras el ataque terrorista y por eso debo ir con el arma", explica esta israelí de 20 años antes de revelar que su hermano gemelo Itamar, también policía, sobrevivió el sábado a un ataque de terroristas que llegaron a su base de Yad Mordejai en parapente desde Gaza. Casi al mismo tiempo, la novia de Itamar, Sivan, era acribillada junto a muchos de sus vecinos en un kibutz cercano.
Tras la movilización récord de reservistas, la enorme cantidad de soldados desplegados en varios puntos de encuentro en esta zona lleva a pensar que, más allá de defender la frontera de Gaza, se están preparando para cruzarla e iniciar la incursión terrestre si es que llega la dramática orden desde la Kirya (sede de Defensa) en Tel Aviv.
"Quien decapita ciudadanos y asesina supervivientes del Holocausto será eliminado", ha avisado el ministro de Defensa, Yoav Gallant, prometiendo que la ofensiva contra Hamas, a la que volvió a comparar con Daesh, busca acabar con ella y no tendrá miramientos. De momento así parece.
Israel dice que está atacando todo lo que puede servir a Hamas (salas de mando, casas de cabecillas suyas y de Yihad Islámica, túneles, depósitos de armas, el complejo de la Universidad Islámica, etc.) para preparar explosivos y organizar atentados. Tras avisar a los habitantes y pedirles que evacuen la zona, los cazas de combate bombardean las zonas, incluidos varios rascacielos. Hamas niega que los use y denuncia que Israel ataca edificios residenciales, instalaciones civiles y muchas mezquitas. Los palestinos afirman que son los bombardeos más intensos de los últimos años, lo que provoca también manifestaciones de protesta en Cisjordania, que sigue igual o más inestable que antes de este fin de semana.
"Nos enfrentamos a una grave escasez de energía, suministro y recursos humanos", declaró a EFE el portavoz del Hospital Shifa, el doctor Medhat Abás, antes de avisar: "Nuestra capacidad está al límite y sólo podemos intentar mantener la vida de los heridos".
En hospitales israelíes, mientras tanto, estalló la polémica este miércoles al darse a conocer la intención de dar tratamiento médico a milicianos heridos tras intentar asesinar a civiles en los kibutzim.
En Israel, hay una imposible combinación entre el deseo generalizado de "machacar" a Hamas y la preocupación por los secuestrados en la zona a la que ataca Gaza. Un dilema para sus familiares, que reclaman represalias contra quienes mataron o secuestraron a los suyos, pero saben que eso les pone en peligro.
Según la cadena Al Arabiya, Egipto recibió el compromiso de Hamas de no dañar a los rehenes extranjeros o que tienen doble nacionalidad con la israelí. De momento, no hay rastro de ninguno de ellos. Solo de proyectiles y bombas.