INTERNACIONAL
Europa

Francia afronta el reto de formar un Gobierno de coalición con moderados

Macron buscará el apoyo de la izquierda y la derecha para poder formar una alianza que garantice la estabilidad del país

Macron sale de una cabina electoral durante las elecciones en Francia.
Macron sale de una cabina electoral durante las elecciones en Francia.MOHAMMED BADRAAFP
PREMIUM
Actualizado

Por primera vez en su historia reciente, Francia negocia una fórmula de Gobierno insólita, que no está en su ADN político y no se había experimentado antes: una coalición, liderada por el bloque centrista del presidente, Emmanuel Macron, y partidos moderados de derecha e izquierda. Este es el escenario más viable que se maneja tras las elecciones legislativas del domingo, en las que se esperaba el triunfo de la extrema derecha de Marine Le Pen pero que, por sorpresa y contra todo pronóstico, fue derrotada gracias a la movilización del bloque de izquierda y el del centrista de Macron.

Las maniobras y negociaciones entre partidos para sacar a Francia de la parálisis arrancaron este lunes. La situación es de bloqueo, pues las urnas han dejado una Asamblea fracturada en tres bloques y ninguno tiene mayoría absoluta para gobernar. Este escenario es nuevo y, por tanto, obliga a negociar para crear una alianza, al estilo de países como Alemania, por ejemplo, o incluso España.

La idea es buscar una mayoría que permita sacar adelante los asuntos del día a día, como aprobar una ley de presupuestos. Dada la situación actual, se trata más de encontrar una alianza que evite que haya al otro lado una mayoría que bloquee y pueda impedir que se saquen adelante estas leyes básicas para el funcionamiento del país.

Durante esta campaña electoral, Macron ya lanzó la mano a los partidos moderados, socialistas y republicanos, izquierda y derecha tradicional, también a los ecologistas, para formar esta alianza. El problema con los primeros es que forman parte del Nuevo Frente Popular. Es el bloque de unión de izquierda con el que se han presentado a las legislativas. Ahí está también el partido de La Francia Insumisa, liderado por el polémico Jean Luc Mélenchon. Macron ya ha dicho que no va a formar coalición con ellos.

Los socialistas tienen 59 escaños en el nuevo Parlamento (doblan el número con respecto a 2022) y los insumisos, 74. En el otro lado, Los Republicanos tienen 45 diputados. Hay que ver si los socialistas admiten hacer unión con republicanos y viceversa. Sobre todo porque hay una parte de estos últimos que se pasó al bando de Le Pen y, al mismo tiempo, los primeros van aliados con los insumisos. Eran bandos irreconciliables hasta el domingo pero está por ver si Macron puede unirles.

Curiosamente, son los dos partidos más perjudicados cuando ganó las elecciones en 2017. Entonces, cuando creó su partido, dinamitó las formaciones tradicionales, a izquierda y derecha, y esta catarsis se consumó en 2022, cuando ambas formaciones perdieron muchos diputados. Hoy, podrían ser su brazo para garantizar la estabilidad del país.

De momento no hay prisa por formar Gobierno. La Constitución no fija un calendario preciso y, de hecho, no se sabe ni siquiera si podrá estar listo para los Juegos Olímpicos que se celebran en París en poco más de dos semanas. De momento, seguirá como primer ministro Gabriel Attal, que presentó su dimisión este lunes a Macron, pero que este no aceptó.

El joven primer ministro, que fue nombrado en enero, seguirá "para garantizar la estabilidad del país", según el presidente. Lo más difícil ahora es encontrar una persona que pueda sustituirle, que sea de consenso, que esté acorde con el reparto de fuerzas de la nueva Asamblea y que sea capaz de garantizar la estabilidad del país. No es fácil que reúna todos esos criterios y que, además, no genere rechazo de los otros.

Podría ser de izquierda, pues el bloque quedó primero en la segunda vuelta de las elecciones legislativas (184 escaños, frente al de Macron, con 166 diputados). Han dicho que presentarán un candidato esta semana. El problema son las divergencias dentro del propio bando, compuesto por socialistas, ecologistas y La Francia Insumisa. Los programas son antagónicos en algunos aspectos, en política económica, por ejemplo. Abogan por un aumento del gasto, la subida de impuestos a los ricos, por ejemplo, o la derogación de la reforma madre de Macron, la de las pensiones. Aprobarla el año pasado le costó meses de manifestaciones en las calles.

A Macron le quedan aún tres años en el Elíseo antes de las elecciones de 2027. En estas elecciones no hay un ganador claro, dado que la izquierda y el centro macronista, también algunos republicanos, decidieron retirar a muchos de sus candidatos en la segunda vuelta para poder hacer frente a la extrema derecha. Sacrificaban a sus aspirantes a diputado peor posicionados para facilitar la victoria del contrincante que sí podía batir al de Le Pen.

Es el llamado cordón sanitario anti Le Pen. En el Elíseo son conscientes de que, en esta segunda vuelta, los diputados no han sido elegidos sobre la base de su programa o su persona, sino por ese efecto barrera contra Le Pen. Un analista político lo ilustraba así este lunes. "Más que una mayoría de un partido u otro, lo que hay hoy en Francia es una mayoría de frustrados", que se quedaron huérfanos de candidato y tuvieron que votar al menos malo.

Esto hizo el domingo que el partido de Le Pen, Reagrupamiento Nacional, haya quedado en tercera posición, a pesar de liderar la primera vuelta y ser el favorito. A pesar de ser el mas votado, por la dinámica electoral, tiene menos escaños que el resto pero es la formación que más avanza y en dos años casi han doblado sus escaños. El que se postulaba como candidato a primer ministro, Jordan Bardella, aseguró ayer que su partido había "cometido errores".