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Alexander Stubb, el líder europeo que sí ha seducido a Trump con golf y rompehielos

El elegante y atlético jefe de Estado finlandés ayudó a Trump a ganar un torneo en uno de sus campos de golf y consiguió que le prometiese la compra de buques rompehielos, así como que anunciase la posibilidad de aplicar sanciones a los países que adquieran petróleo ruso

Donald Trump y Alexander Stubb en el campo de golf de Palm Beach.
Donald Trump y Alexander Stubb en el campo de golf de Palm Beach.@ALEXANDERSTUBB
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Entre golfistas se entiende uno mejor. Nada como la sana camaradería que surge de compartir un recorrido de 18 hoyos con otros apasionados de los drives, los flops y los putts. Uno tras otro, los líderes políticos europeos se han ido estrellando, diplomáticamente hablando, contra la volátil personalidad de Donald Trump. Hasta que llegó a Florida Alexander Stubb, el atlético presidente de Finlandia, deslumbrando a su homólogo estadounidense con su maestría sobre el verde.

Stubb ayudó el pasado fin de semana al presidente de Estados Unidos a ganar un torneo en un campo de golf de su propiedad situado en Palm Beach. Campo que, por supuesto, lleva su nombre. Aprovechando la euforia de su anfitrión por la victoria, Stubb no sólo consiguió meter cizaña contra Vladimir Putin, sino que hasta le vendió un número indeterminado de buques rompehielos para el Ártico. Un balance de resultados impresionante para lo que en realidad no debía ser más que una visita informal a la famosa finca de Mar-a-Lago del mandatario republicano.

Trump se apresuró a anunciar el triunfo en Truth, su red social: "Acabo de jugar al golf con Alexander Stubb, presidente de Finlandia. Es un muy buen jugador y ganamos el Men's Member-Guest Tournament (Torneo Masculino Socio-Invitado) en el Trump International Golf Club".

"El presidente Stubb y yo esperamos fortalecer la asociación entre Estados Unidos y Finlandia -añadió-, y eso incluye la compra y el desarrollo de un gran número de rompehielos muy necesarios para Estados Unidos, proporcionando paz y seguridad internacional a nuestros países y al mundo".

Un negocio redondo para Stubb y para Finlandia, que es el mayor productor mundial de rompehielos. De confirmarse, el pedido supondría un revulsivo crucial para la industria pesada finlandesa, que en los últimos años ha tenido dificultades para llenar su cartera de pedidos.

Por si fuera poco, Trump, hasta ahora tan reticente a incomodar a Putin, manifestó también que estaba considerando sanciones secundarias a cualquier país que compre petróleo ruso. Sin duda, las siete horas que pasó con Stubb tuvieron bastante que ver con el endurecimiento de su postura hacia el Kremlin.

Presidente de Finlandia desde marzo de 2024, Stubb, un conservador de 57 años que también fue breve primer ministro durante 11 meses entre 2014 y 2015, es un verdadero atleta y ha participado en numerosos maratones y triatlones, incluidos varios Ironman (3.862 metros a nado, 180 kilómetros en bicicleta y 42 kilómetros de carrera a pie).

Por encima de todo, sin embargo, Stubb es un golfista consumado, que es lo que realmente ha impresionado a Trump. No en vano presume a menudo de sus numerosas victorias en torneos, por lo general en campos de su propiedad, y de que juega a nivel prácticamente profesional. Medios especializados como Golf Digest, así como diarios generalistas como The New York Times o The Washington Post discrepan. Las investigaciones sobre el golfista Trump revelan notables inconsistencias entre sus afirmaciones y la realidad.

Stubb, en cambio, fue miembro del equipo nacional finlandés y estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Furman, en Carolina del Sur, con una beca de golf. Más tarde pasaría por París y la Sorbona, por Brujas y el Colegio de Europa y por la London School of Economics.

En Furman tuvo su primera novia seria, Kerstin Armstrong. La relación, que duró tres años, acabó por una causa más bien inusual: diferencias religiosas. Kerstin introdujo al luterano Stubb en las iglesias evangélicas típicas del sur de Estados Unidos, con sus grupos de estudio de la Biblia, sus grupos de oración y sus debates sobre la esencia del Nuevo Testamento. Demasiado intenso para Stubb.

No tardó mucho, sin embargo, en encontrar un nuevo amor: Suzanne Innes, a quien conoció en 1994 durante sus estudios en el Colegio de Europa. Por aquel entonces, la británica Suzanne tenía por novio a un compatriota, pero el flechazo con Stubb, según cuenta él, fue instantáneo. Se casaron en 1998 y tuvieron dos hijos, Emilie, nacida en 2001, y Oliver, nacido en 2004.

Suzanne, abogada con una sólida carrera a sus espaldas, trabaja ahora como profesora de Derecho Empresarial en la Escuela de Negocios de la Universidad de Aalto. Entre otras asignaturas, imparte a nivel de máster una denominada Ética y Cumplimiento para los Negocios Internacionales. Su función, de acuerdo con la Universidad, consiste también en "tender puentes entre el mundo académico y el empresarial, haciendo uso para ello de su amplia experiencia en derecho mercantil y cumplimiento normativo". Un poco como Begoña Gómez, pero con licenciatura de verdad.

Stubb, finlandés de la minoría sueca, puede desempeñar en el futuro un papel clave para Europa en el revolucionado mundo Trump 2.0. Aparte de finlandés y sueco, habla inglés, alemán, francés e italiano. Muy activo en redes sociales, gestiona él mismo sus perfiles, que considera indispensables para la comunicación política moderna. Y, por supuesto, juega muy bien al golf, que quizá hoy en día sea la aptitud más necesaria para agradar en la Casa Blanca.

A pesar de todo, hubo algo que el dinámico y siempre elegante Stubb no logró durante su triunfal periplo por el Trump International Golf Club de Palm Beach: convencer al hombre que da nombre al club de que no aplicase la batería de aranceles masivos que ha conmocionado la economía mundial. Apenas cuatro días después del torneo, Trump compareció en la Casa Blanca para presentar con una tabla de cartón las temidas tariffs, demostrando cómo ser cutre y hacer historia al mismo tiempo.