COLUMNISTAS
Caja negra

Geolocalización de los huevos de Errejón

El ex portavoz de Sumar dice que dimitió «por coherencia política», la misma que no demostró cuando creía que legislaba para todos menos para él

Declaración de Iñigo Errejón ante el juez Carretero.
Declaración de Iñigo Errejón ante el juez Carretero.E.M.
PREMIUM
Actualizado

LUNES

SÍ ES SÍ

Los interrogatorios judiciales, el género televisivo revelación de la sobremesa, no se lo están poniendo nada fácil al espectador para distinguir entre realidad y ficción, y ya no digamos si te toca hacer de juez. En el caso Íñigo Errejón y Elisa Mouliaá, tampoco ayuda que el magistrado tenga la misma voz que tenía Juanito Navarro, ni que haga las mismas preguntas de peli de Juanito Navarro. Y digo que no ayuda a distinguir la realidad de la ficción, porque ya no digamos lo poco que ayuda a que a una le apetezca pasarse por un tribunal a denunciar un caso de agresión sexual.

Otra cosa es la pertinencia de las preguntas, ese entrar al detalle, porque ya me dirán cómo este señor puede discernir entre quienes le describen, casi sin matices, una agresión sexual y un magreo remontándose hasta septiembre del año 2021.

Hasta ahora, Íñigo Errejón y buena parte de la izquierda habían resuelto este problema sin dificultad: todo es una agresión sexual si ella lo dice, algo que como mínimo te ahorra los interrogatorios incómodos, por no decir que te ahorra buscar la verdad.

Hay un momento en el que el juez se centra en la geolocalización del pene de Íñigo Errejón en la habitación, que fue más o menos cuando el interrogatorio me metió de lleno en política. «Tío, solo sí es sí. Parece mentira que me esté pasando esto contigo», cuenta Mouliaá que le soltó a Errejón. Pero el ex portavoz de Sumar no sólo negó haber dicho la frase, sino que reconoció que no sirve para nada: «La gente en la vida real no habla con consignas».

El autor del tuit «No hay denuncias falsas, hay una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres» dijo ante el juez que su dimisión no fue una forma de reconocer los hechos, sino todo lo contrario. Errejón dice que dimitió «por coherencia política», la misma que no había demostrado todos estos años cuando creía que legislaba para todos menos para él. «Yo militaba en un espacio político que tiene a gala defender que cualquier testimonio, aunque sea anónimo y aunque sea en redes, es plena y directamente válido», explicó el ex portavoz de Sumar. A lo que el juez no pudo resistirse a preguntar: «Cuando le pasó algo es cuando cambia». Lo que llevó a Errejón a concluir: «Señoría, esto pasa a veces en la vida». Una respuesta que confirma que lo interesante del juicio no era descubrir dónde tenía el pene Errejón una noche de septiembre de 2021, que es algo que sólo les afecta a él y a Elisa Mouliaá, sino dónde había tenido los huevos los últimos dos lustros, porque nos afecta a todos.

MARTES

TRUMP

En un nuevo ejercicio de humildad intelectual sin precedentes, una buena parte de España se ha puesto a insultar a Donald Trump y, por ende, a 77,3 millones de estadounidenses que o bien llevan cuernos y asaltan Capitolios, o bien han sido manipulados por las redes de Elon Musk y no saben ni lo que votan. La mayoría de los que defienden esta tesis lo hacen, por supuesto, en defensa de la democracia.

En España, donde al parecer votamos muy bien, que es como se nos reconoce ante la comunidad internacional, el presidente del Gobierno también ha empezado a criticar lo mal que votan los estadounidenses, que es otra forma de exportar el sanchismo, aprovechándose de que el líder de EEUU no sabe dónde está España ni le importa, con lo que así no compromete nuestra defensa.

Su error de confundirnos con los BRICS, que es como se conoce al grupo de países formado por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica, parece ser que se debió a que Trump confundió la S de Sudáfrica por S de Spain. Algo raro considerando que Elon Musk es sudafricano, salvo que considere que la primera E de EEUU es por Elon. «España no es un país emergente», le respondió la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, como si fuera algo malo, o peor que ser un país decadente.

Con Trump, dicen los optimistas, llega el apocalipsis, aunque otros creen que estamos ante algo más peligroso: un cambio de régimen. Hace como 25 años que estamos matando el siglo XX, pero ahora nos dicen que sí, que de verdad de la buena, arranca el XXI, donde las naciones que dirigieron el mundo tan bien dejarán paso a oligarcas y tecnológicas, es decir, al dinero, que lo hará muy mal. Así hemos descubierto que todavía quedaba alguien en el siglo XXI que no creía que ya mandaba el dinero.

Un detalle que hace caer a esta tesis es que si de verdad eres rico te da igual quién gobierne, especialmente en EEUU. Quizá la única particularidad con Trump es que los ricos pasan a un primer plano, cosa que antes no ocurría porque nadie quiere votar a los ricos -y menos en España-, sino a la gente. Es cierto que, por lo menos en nuestro país, hay periodos en los que parece que no nos gobiernan los ricos, sino la gente, que en realidad son cuatro que se hacen llamar gente pero que luego también quieren hacerse ricos.