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Lola López Mondéjar: "La atrofia de la capacidad narrativa tiene efecto en la salud mental, los jóvenes no saben por qué se autolesionan"

La psicoanalista y escritora ha ganado el Premio Anagrama con 'Sin relato', una reflexión sobre la pérdida de identidad en la era digital: "Nuestra atención está secuestrada y la gente hace 'mindfulness' para recuperarla"

Lola López Mondéjar, Premio Ensayo de Anagrama.
Lola López Mondéjar, Premio Ensayo de Anagrama.Fotografías: David RamirezAraba Press
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Lola López Mondéjar ha ganado el Premio Anagrama de Ensayo por Sin relato, el cuaderno de bitácora de nuestra transformación en animales que hacen scroll en los dispositivos conectados a internet. Los problemas generados -como la pérdida de los valores científicos-, las causas -el culto a los ignorantes- y las soluciones -dietas digitales o espacios analógicos libres de lo digital- son las tres esquinas por las que va explicando el auténtico hallazgo de Sin relato: hemos perdido la capacidad para contarnos, dice Lola López Mondéjar, nuestra identidad está a la deriva.

Somos tan originales como quiere que lo seamos el algoritmo de Instagram. Por este camino, la psicoanalista va incorporando testimonios de pacientes y fogonazos de pensadores clásicos que permiten responder a algunas preguntas surgidas en la barriga de internet. ¿Por qué todos posan igual? ¿Está de moda padecer TOC? ¿Todos los niños tienen disforia de género? ¿Por qué no moja este entretenimiento?

Es fácil sentirse identificado con algunas de sus reflexiones haciendo 'scroll'. Habla de la atrofia de la capacidad narrativa universal y el aumento exponencial de cursos de 'mindfulness'. ¿Qué relación encuentra?
Creo que la gente va a cursos de mindfulness, yoga y demás buscando recuperar la atención secuestrada por la capacidad adictiva de las pantallas. Todos experimentamos lo que dices. Nuestra atención está siendo secuestrada. Hay una fantasía en que en determinado momento o con determinados cursos nuestra atención se va a recuperar. No son la solución. Aunque está demostrado que el mindfulness aumenta la atención. La solución pasaría también por abandonar el tiempo de uso de las pantallas.
Su uso de pantalla debe ser muy reducido.
No, no. Tengo el mismo problema. Por eso he escrito el libro. Soy inmigrante digital. Siento mucho la tentación de mirar el móvil. La tentación del abuso de las redes sociales existe por la capacidad de las empresas de extraer riqueza y beneficios de nuestra atención.
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¿Tiene la sensación de que la salud mental está de moda?
No es que esté de moda. Hay un incremento exponencial de los problemas de salud mental. Después de la pandemia se hicieron muy evidentes entre los jóvenes. Las tasas de suicidio han aumentado muchísimo entre los jóvenes. El suicidio es la primera causa de muerte no natural. Es un fracaso de una sociedad, que no hace un hueco para los jóvenes. Los jóvenes no tienen nada que hacer en esta sociedad. La atrofia de la capacidad narrativa tiene efecto en la salud mental. Hay síntomas que no tienen conexión con la autobiografía. Es decir, los jóvenes no saben relatar por qué se autolesionan.
¿Ha influido internet en el autodiagnóstico de los trastornos que sufre una generación?
Sí. Pero eso no convierte internet en la causa. Lo que intento demostrar en el libro es que existe un vacío de identificación donde los garantes psicosociales que nos guiaban se han desplomado. El anhelo de identidad, que es cada vez más urgente en este mundo, encuentra en las redes respuesta. Lo vemos con el tema trans. Un chico en la adolescencia, que es una etapa de incertidumbre, donde no sabes quién eres, se encuentra en redes sociales con los vídeos de chicos en transición y le sirven como calmante a su malestar. Puede creer que el malestar que sufre se debe a que es trans. En lugar de hacerse preguntas, cierra un paréntesis con la respuesta que encuentra en otros. Elude su propia investigación. Vamos a soluciones muy rápidas. La personalidad adhesiva genera que problemas muy graves se tomen a la ligera para tratar de buscar una identidad perdida. Y me parece que en el tema trans se está generando un dolor mayor en los niños. El auge ha bajado. Ya hay posiciones críticas. Por prudencia las cosas no tienen por qué seguir así, con soluciones rápidas como la cirugía de reasignación. Las redes sociales romantizan el proceso. Las consecuencias son muy graves. Muchos psicoanalistas postulamos la escucha atenta. Debe haber una moratoria. Tenemos que dejar a los niños o los adolescentes hacer su identidad narrativa. Que sepan contarse y que sepan qué hombre, qué mujer o qué sujeto no binario, por ejemplo, quiere ser.
Se detiene en los conceptos "atrofia de capacidad narrativa" y "pérdida de subjetividad".
La atrofia es un concepto que tomo de Walter Benjamin. Lo elaboró en dos libros muy importantes. Considera que perdemos la capacidad para contarnos, de contar experiencias. Ya lo vio en los soldados que volvieron de las grandes guerras mundiales. Vienen enmudecidos, empobrecidos de experiencia, cuando la experiencia que han vivido es enorme. Enlazo esa atrofia de la capacidad narrativa con la pérdida de identidad narrativa o subjetividad. La capacidad que adquirimos con el tiempo de interrogar lo dado, para construir una narración propia, que es dinámica. No se cierra. No cristaliza. Siempre va en movimiento. Esa es la subjetividad. Se hace mediante una identidad narrativa.
Se cambian por una identidad adhesiva.
Sí. Es un proceso estructural en el ser humano. Todos nos hacemos copiando. Desde chiquititos todos queremos lo que los padres nos ponen delante. Pero en la crisis de la adolescencia abandonamos esos deseos de alguna forma protésicos, inferidos por otros, para buscar nuestro propio deseo. La Humanidad tenía un ideal ilustrado de abandonar la infancia. Hoy en día no se propone abandonarla, sino mantenernos en esa identidad adhesiva. Es decir, cuando los modelos, los mediadores de nuestro deseo, son personas como, por ejemplo, Georgina, tendemos a simplificar y copiar lo que nos dicen que les proporciona felicidad. De ese modo nunca cedemos a esa identidad narrativa, a esa subjetividad que traería consigo la reflexión, el pensamiento crítico. Falta madurar, en resumen, en el mejor sentido de la palabra.

Me pregunté, mientras leía el ensayo, a cuántas Evas, la paciente cuyo ejemplo cita en el libro, conocía. Es un perfil extendido. ¿Qué le está pasando a los jóvenes, o no tan jóvenes, que adoptan unos modos de vida tan parecidos?
Bueno, les pasa que sufren la uniformización propuesta por un sistema que no es inocente. Es decir, que no es que nosotros nos colocamos frente a las pantallas y entonces nos volvemos identidades adhesivas. Las pantallas están produciendo identidades adhesivas porque todos los ingenieros que crean los algoritmos que están detrás de las pantallas quieren provocar identidades adhesivas. Quieren convertirnos en buenos consumidores. Y donde creemos que hay individualidad, por ejemplo, como en nuestras fotos de Instagram, resultamos todos iguales. Los perfiles y las posturas de Instagram se han estandarizado. Al final va colonizando aspectos de nuestra vida que realmente podían ser espacios creativos.
La proliferación de los tatuajes también habla, a su juicio, del borrado narrativo de la historia personal. ¿Por qué tienen esa necesidad los futbolistas de tatuarse sus hitos?
No he estudiado a los futbolistas. Es cierto que los tatuajes pueden ser un síntoma del borrado, de la atrofia de la capacidad narrativa. Marco en mi carne el acontecimiento biográfico que no sé contar. Marcaban su cuerpo las sociedades donde no había individualidad. En los pueblos orales, los pueblos donde la identidad era relacional, era una identidad grupal. No había, por ejemplo, una palabra para identificar el yo. No había una individualidad. De alguna manera también son formas de adscribirse a determinado grupos. No sé si es el caso de los futbolistas. El origen del tatuaje está en los marineros y la gente marginal, que tenían tatuajes tipo.
¿Por qué considera que los grandes relatos de la humanidad han caído o están en retroceso?
Bueno, lo considero porque sigo a muchos sociólogos y filósofos que desde el último tercio del siglo pasado sitúan la caída de todos los ismos. Todos los mitos. Han desaparecido las religiones y corrientes filosóficas que nos guiaban y que ordenaba la colectividad en el imaginario colectivo. El feminismo y el ecologismo ocupan ahora el lugar de los socialismos, los comunismos y el liberalismo. Son dos corrientes de pensamiento poderosas que guían nuestra conducta o se proponen guiar nuestra conducta.
De hecho, en este contexto mediático e informativo el feminismo está destapando escándalos políticos. ¿Se ha sacralizado demasiado internet?
Es desproporcionado el eco que está teniendo. Sí estoy segura de que internet polariza las opiniones. Es un asunto muy complejo determinar si una actuación es o no abuso o si una mujer se ha sentido dañada por la extralimitación de un hombre. Y a mí me parece que esta sobreexposición en las redes lo que sí trae consigo es una enorme polarización. Hay quienes se ponen del lado de la víctima y quienes se ponen por completo del lado del agresor. Tendríamos que mirarlo con más detenimiento. Es donde podemos encontrar, aprender y hacer una pedagogía que nos ayude a deconstruir el patriarcado de hombres y de mujeres, de ambas partes.
De su ensayo se deduce que el hombre está abocado a perder capacidad narrativa con cada salto tecnológico. ¿Hay un hueco para el optimismo?
Bueno, volver a lo presencial, volver a la conversación, establecer dietas digitales. Es necesario abordar la legislación de internet. También aquello que acogimos con tanta euforia: las pantallas en las escuelas. Intento mostrar cómo lo humano está siendo desplazado hacia el margen de su desarrollo. Y eso empieza fuertemente con el capitalismo, se acentúa con el neoliberalismo y ahora, con el capitalismo digital, estamos orillando los derechos humanos, estamos tratándonos como productos. Eso está calando en nosotros mismos y nosotros mismos casi que nos tratamos como productos. Nos exigimos rentabilidad, eficacia. Todo lo que es la afectividad se ha perdido en el lenguaje. No luchamos contra que las redes penetren en nuestras casas y nos resignamos. Pero en realidad es una posición que habla mucho del individualismo en el que estamos: problemas colectivos intentamos resolverlos con soluciones individuales. Nos resignamos en lugar de unirnos y pelear para que haya zonas libres de lo digital.
Si el ciudadano pasa a ser un producto, ¿se puede dar por muerto el concepto de ciudadano?
El concepto griego de ciudadano como aquel que se preocupa por los problemas de la polis está hoy muy disminuido. Porque eso implica un pensamiento crítico, implica información, no solamente información, sino conversar con esa información. Implica comunidad, implica un sentido de lo común que se está perdiendo. Entonces, en ese sentido, el concepto clásico de ciudadano está en riesgo. Por eso están en riesgo nuestras democracias con el secuestro del pensamiento crítico. No se construye un mundo interior. Una reflexividad crítica. Se adhiere a lo ya dado, a los modelos que se proponen. Es el arrasamiento de la complejidad psíquica humana. Si te adhieres a las propuestas, te externalizas. Pasa en las sectas. Si cogemos a Llados y te sumas a él, que dice cómo tener autonomía financiera y tú te lo crees sin preguntar, es porque ha disminuido el pensamiento crítico. ¿Cómo me voy a hacer millonario si tengo unos ingresos de 1.200 euros al mes? Más me vale entrar en un sindicato.
Enlaza con la estultofilia. Se adora la ignorancia y han desaparecido las jerarquías.
Los psicoanalistas nos hemos cansado de escribir sobre la caída del nombre del padre. Cayó la autoridad. No hay vertebración cognitiva. La gente no confía en la ciencia. Cualquiera puede desmentirla. No hay territorio de debate. Es como un pensamiento intuitivo, primario, sensorial, pero eso no es el pensamiento científico y son capaces de negar el cambio climático. Son opiniones que no están fundadas. Parece que los inmigrantes nos van a echar de España. Por favor... Se instalan en las redes, los bucles de resonancia las repiten y acaban tranquilizando porque son sencillas. La inmigración exige un análisis más detallado que poca gente está decidida a hacer. Antes de la entrevista un paciente me ha dicho que ya no podía leer. Instagram le producía malestar. Los chutes de dopamina no los encontraba en la lectura. Me ha contado que limpiando la casa, por ejemplo, debía detenerse a mirar Instagram. Como en el cuento de Cortázar, somos nosotros el objeto de deseo de la tecnología. La tecnología quiere capturar nuestra atención porque nos ofrece como productos.

"Han desaparecido las religiones y corrientes filosóficas que ordenaban el imaginario colectivo sustituidas por el feminismo y el ecologismo"

¿Hay alguna manera de que vuelvan las jerarquías anteriores a las que estábamos acostumbrados en el mundo analógico, o que todavía se preservan en algunos lugares del mundo analógico?
Mientras tengamos un sistema donde el entretenimiento es perder el tiempo, ocuparlo en nada, donde no hay nada memorable, es difícil que salgamos de esa posición de ignorancia. El sistema está confabulado para que estemos entretenidos. Hay que hacer un esfuerzo titánico para abandonar esa posición. Y no solo los nativos digitales. Nosotros también, los inmigrantes digitales, tenemos un problema para abandonar las redes por culpa del entretenimiento vacío. No nos da capacidad para contarnos. No crea acontecimientos biográficos memorables. Simplemente consumimos. También hemos perdido la capacidad de escuchar.
La disminución de la capacidad de escucha también es un diagnóstico viejo, ¿no?
Antes la oralidad estaba mucho más presente en nuestra sociedad. Ahora todos somos emisores. Nadie es receptor. Todos queremos emitir fotos, emitir mensajes, aunque sean de dos palabras, pero ¿quién escucha? Es decir, ¿quién está al otro lado y da cuenta y acoge eso que el otro dice para generar un espacio de diálogo? Se ha perdido. Si tú te das cuenta, los programas que tienen más espectadores ahora, ¿en qué consisten? Son acelerados. Van muy rápidos y a casi ningún invitado se le pregunta cosas complejas. Es puro entretenimiento. Esto también nos forma.
¿Por qué es masculina la feminización propuesta por el "capitalismo digital"?
Si tomamos la masculinidad hegemónica y la feminidad hegemónica, como lo entendían nuestros padres, digamos que los valores de la feminidad hegemónica eran el cuidado, la conversación y lo íntimo. Los hombres tenían el espacio público, la actividad, la acción y la virilidad. Digamos que el capitalismo digital, y todo el capitalismo en general, es más afín a los valores de la masculinidad hegemónica, porque desprecia el cuidado, desprecia el tiempo de los íntimos, desprecia la conversación. Desprecia lo que se podrían considerar valores de la feminidad hegemónica. Nosotros hubiéramos querido feminizar la sociedad. El Estado de bienestar fue una feminización de la sociedad. Era aquello que hacían las mujeres, pero hecho público. Ha triunfado esa masculinización de los machos alfa, de los hombres competitivos, empresarios de sí mismos. Y las mujeres, para adaptarse a ese marco, se masculinizan. Adoptan miméticamente los roles masculinos.