La impotencia de Gary Neville para levantar al Valencia es manifiesta. Es algo que se palpa en Mestalla pero tambi�n entre quieres no profesan el valencianismo. Una verdad incontestable. Al ingl�s se le da mejor comentar los partidos, en la sala de prensa o ante un plasma. No es que no sepa de f�tbol, no me atrever�a a ponerlo en duda, pero es evidente que no sintoniza con un vestuario que ni le entiende. A pesar de que a Peter Lim le est� costando tomar la decisi�n de firmarle el despido, la etapa del ex jugador en Valencia est� amortizada. El problema es qu� vendr� despu�s.
El valencianismo celebr� el adi�s de Nuno, a quien expuls� a gritos del banquillo, pero el mal que lastra al equipo se ha demostrado que iba m�s all� del portugu�s. Con los puestos Champions al alcance de la mano, su salida se pretend�a que fuera el revulsivo. Y ha acabado hundiendo m�s a un equipo sin norte, cabizbajo y empeque�ecido.
�Qui�n levanta a este muerto? El Valencia es un alma en pena que deambula por los campos. La calidad de algunos de sus jugadores le alcanza para intentar poner en apuros a los rivales de menos pedigr�, pero a poco que sean ordenados y disciplinados, los puntos los tienen garantizados. Ganar al Valencia se ha convertido en algo demasiado c�modo.
No tiene una elecci�n f�cil�Garc�a Pitarch, suponiendo que esta vez el due�o se deje asesorar por los profesionales que tiene en n�mina. Entre las cualidades que debe tener el sustituto de Neville est� el carisma, la capacidad de llegar a unos jugadores desmoralizados y los conocimientos para armar un equipo lo m�s r�pido posible.�
El Valencia est� desmembrado porque el proyecto se pari� mal. Los fichajes han demostrado no dar el nivel esperado, sobre todo en defensa, y hay jugadores que viven permanentemente en un mal momento. No tiene automatismos de juego, es previsible en ataque y mucho m�s en defensa. Nadie asume la responsabilidad del liderazgo en el campo ni se gestiona la verg�enza en la derrota. Se mira para otro lado y se promete trabajo, cuando eso ya no es suficiente.
Si a ese c�ctel a�adimos las lesiones, encontrar quien quiera ponerse al frente de la tropa no ser� tarea f�cil. Saber c�mo va a responder, una inc�gnita. Y ya no vale ning�n experimento m�s. El futuro est� en juego y las cartas no vienen buenas.