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Todas las personas sudamos, es algo que hacemos a diario de forma involuntaria y especialmente cuando nuestra temperatura corporal aumenta porque realizamos ejercicio físico, tenemos fiebre o simplemente porque estamos en un ambiente caluroso. Se trata de un mecanismo necesario que tiene nuestro cuerpo para poder regular su temperatura interna.
Pero cuando el cuerpo genera sudor en una cantidad tan grande que llega a empapar la ropa e incluso a mojar el suelo, sudar se convierte en una auténtica pesadilla que puede llegar a hacer que pierdas tu trabajo.
¿Qué es la hiperhidrosis?
La hiperhidrosis es un aumento exagerado de la producción de sudor que afecta a determinadas zonas del cuerpo como por ejemplo las palmas de las manos, la cabeza, la cara, las plantas de los pies o las axilas.
Este problema de salud se calcula que afecta a dos de cada cien personas en España, en las que sus glándulas sudoríparas sufren una activación por una hiperestimulación nerviosa que acaba condicionando su vida social y laboral.
¿Qué desencadena esa sudoración excesiva?
Al igual que en las personas que no padecen hiperhidrosis, las glándulas sudoríparas de estas personas comenzarán a expulsar sudor como respuesta al calor ambiental, la fiebre, el ejercicio físico... aunque en una cantidad mucho mayor. Pero también cuando se vean sometidas a situaciones que les provoquen estrés emocional como tener que hablar en público, una entrevista de trabajo, una cita...
Los tipos de hiperhidrosis
Podemos decir que existen dos tipos diferentes de hiperhidrosis. La primaria, que afecta exclusivamente a una zona específica del cuerpo y que suele tener una causa hereditaria, y la secundaria, que puede afectar a una región concreta o a casi todo el cuerpo y cuya causa puede ser una enfermedad como la diabetes, la gota o alteraciones tiroideas, o bien un efecto secundario a ciertos fármacos.
La hiperhidrosis primaria afecta tanto a hombres como a mujeres y suele comenzar en la adolescencia o hacia el final de la misma.
¿Se puede tratar?
En la consulta de dermatología se estudiará cada caso de forma individual, y en función del tipo de hiperhidrosis y su severidad se planteará un tratamiento u otro.
Las opciones van desde aplicar pomadas a base de medicamentos anticolinérgicos (con buenos resultados en casos de hiperhidrosis facial) hasta la cirugía, pasando por inyecciones de toxina botulínica, aplicación de iontoforesis o de microondas.
¿Cómo es la operación?
Cuando la hiperhidrosis afecta a las palmas de las manos, que es lo más frecuente, una de las soluciones definitivas que más se está realizando es la compresión del nervio simpático mediante cirugía ambulatoria. Es una intervención rápida pero irreversible, y que consiste en localizar y anular a nivel axilar las ramas responsables de estimular la producción de sudor en esas zonas concretas del cuerpo.
El resultado es inmediato y la mayoría de los pacientes quedan satisfechos, pero puede ocurrir que se desarrolle el llamado sudor compensatorio. Un mecanismo que consiste en un aumento de la sudoración en otras partes del cuerpo como espalda, ingles o muslos donde antes la producción de sudor era totalmente normal.
¿Qué consecuencias puede tener la hiperhidrosis capilar?
Cuando la sudoración excesiva afecta al cráneo, nuestro cabello va a ser el principal afectado. Y es que además de tener casi permanentemente un aspecto grasiento, sucio y sin brillo, el folículo piloso sufrirá un debilitamiento importante pudiendo llegar a provocar una caída prematura del cabello de la persona que la sufre. Además, tendrá más probabilidades de sufrir dermatitis seborreica, irritación del cuero cabelludo y picor.