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"Apenas hemos tenido dos semanas para conocernos (...) pero quiero que sepan que soy su aliada natural". Fueron las últimas palabras que una recién llegada Ursula von der Leyen dedicó a los eurodiputados antes de que se retiraran a votar sobre su primer mandato al frente de la Comisión Europea.
Corría julio de 2019. Pasó el filtro de la Eurocámara por una mínima de 9 votos. El jueves, con más experiencia y una mochila cargadas de crisis a sus espaldas, se enfrenta de nuevo al escrutinio del Parlamento Europeo. Lo hace con una cámara más polarizada y politizada. Podría ser la primera vez en la historia que el Pleno tumba al líder del Ejecutivo comunitario.
Desde su nominación a finales del mes pasado por parte de los jefes de Estado y de Gobierno, la ex ministra de Defensa de Angela Merkel tiene una sola tarea en su agenda: amarrar los votos para pasar el escrutinio en la Eurocámara.
Von der Leyen suma varias semanas inmersa en reuniones, audiencias y visitas a despachos. Ha comparecido ante socialdemócratas, verdes y liberales. También ha abierto sus puertas a parlamentarios individuales. La maratón tiene una fecha: el jueves a la 13 de la tarde. Y, sobre todo, cuenta con una meta: lograr la mayoría cualificada necesaria para repetir en el piso 13º del Berlaymont.
La Von der Leyen de 2024 no es la gran desconocida de 2019. Durante estos cinco años de legislatura se ha ganado simpatizantes -y detractores-. Ha hecho guiños a las fuerzas más progresistas, se ha dejado querer por la derecha radical que abandera Giorgia Meloni, ha tejido equilibrios tanto en el Parlamento como en el Consejo y ha guiado al buque comunitario en los tiempos del adiós definitivo del Reino Unido, del regreso de la guerra o de la peor pandemia del siglo. Pero es precisamente esta cualidad camaleónica la que le puede generar problemas.
La democristiana necesita recabar el apoyo de 361 eurodiputados. La mayoría tricolor configurada por Populares, Socialdemócratas y Liberales sobre la que busca apoyarse suma 401 escaños. Pese a que la postura del S&D que lidera en la Eurocámara la española Iratxe García Pérez es la de apoyar a Von der Leyen, algunas de sus delegaciones, como la italiana o la francesa, tienen altas dudas. El esloveno Matjaz Nemec va más allá y ya ha anunciado que en su papeleta marcará un nein: "Estoy decepcionado (...) Su ignorancia y evasión sobre los terribles acontecimientos que afectan al pueblo palestino continúan siendo ignorados", afirmó al salir de la reunión.
Para muchos representantes del centro-izquierda el historial de Von der Leyen con su alineamiento ferviente con Israel en su brutal guerra en Gaza, sus coqueteos con la derecha radical, sus pasos atrás en materia climática o los acuerdos migratorios que ha sellado con regímenes autoritarios en Túnez o Egipto incomodan y generan muchos dilemas.
Secretismo, un arma de doble filo
Pero el voto es secreto. Hay una fuga que no se puede controlar y que en los pasillos de la capital comunitaria estiman en torno al 15%. Por ello, Von der Leyen quiere afianzar el aval de otro puñado de síes entre los Verdes o los Conservadores y Reformistas (ECR). Con los de Meloni todavía no se ha reunido, pero no les ha aplicado el cordón sanitario que sí ha impuesto a los otros dos grupos de extrema derecha. Los Patriotas por Europa, familia de Vox fundada por el húngaro Víktor Orban, y Europa de las Naciones Soberanas, el partido más ultra del arco parlamentario liderado por Alternativa para Alemania (AfD), no han hablado con la candidata. Y no la apoyarán.
Algunos eurodiputados decidirán su postura después de escucharla en un discurso en el Pleno, previsto para la primera hora de la mañana del jueves. El escrutinio se abre a las 13 y el desenlace se conocerá dos horas después. Se trata de uno de los momentos más tensos y expectantes de la burbuja comunitaria, una emoción que se incrementa debido al hermetismo que le rodea. Los votos secretos permiten desviar la presión previa y menguar las acusaciones de traición posteriores.
Pero a su vez proporcionan más margen de maniobra. Con los dudosos, la alemana puede articular promesas y compromisos entre bastidores que no tienen porqué salir a la luz pública. Y el último factor que juega a su favor es la ausencia de otro candidato. No hay un plan B. Si el jueves, la cámara de Estrasburgo tumba a Von der Leyen, la UE se abocará a una crisis institucional a las puertas del verano.
Un escenario de terreno desconocido que nunca se ha explorado. Una sacudida que llegaría en medio de las provocaciones continuas de la presidencia húngara del Consejo, del posible regreso del huracán Trump a la Casa Blanca y con las guerras de Ucrania y Gaza sin visos de ver la paz.
Calendario europeo
1. El miércoles, un día antes de la esperada votación, el Tribunal de Justicia de la UE se pronunciará sobre la demanda presentada por los ecologistas debido a la opacidad y la inaccesibilidad de los contratos negociados entre Bruselas y multinacionales como Pfizer para adquirir las vacunas contra el coronavirus.
2. Von der Leyen superó hace 5 años la prueba de forma ajustadísima: por nueve votos. Su antecesor, Jean-Claude Juncker lo hizo por 46. Y Jose Manuel Durao Barroso se hizo con la reelección por un margen de 13. Ahora, la calculadora echa fuego en la recta final.
3. Una de las incógnitas todavía sin cerrar es qué hará la primera ministra italiana. Giorgia Meloni se abstuvo en su nominación como candidata y todavía no ha desvelado qué consigna dará a los 24 eurodiputados de Hermanos de Italia. En el examen del Pleno, una abstención juega en contra de Von der Leyen.