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Israel abre una fase de guerra tecnológica con Hizbulá

La oleada de detonaciones de dispositivos en el Líbano se enmarca dentro de una nueva estrategia israelí, que anticipa una escalada mayor ante el inminente aniversario del 7 de octubre

Un hombre sostiene un walkie-talkie tras quitarle la batería durante un funeral, ayer, en Beirut.
Un hombre sostiene un walkie-talkie tras quitarle la batería durante un funeral, ayer, en Beirut.Anwar AmroAFP
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Se acerca el primer aniversario de los atentados del 7 de octubre perpetrados por Hamas y de la ofensiva militar israelí en Gaza y los últimos acontecimientos anticipan una mayor escalada de la guerra a nivel regional, más intensa que las anteriores escaladas sufridas en estos casi 12 meses. La oleada de explosiones de dispositivos de comunicación en el Líbano, entre ayer y el martes, se interpreta como una nueva estrategia por parte de Israel -que no ha reivindicado la autoría de los ataques, pero que todos los expertos dan por hecha- en su forma de combatir a la milicia chií libanesa Hizbulá, un híbrido entre la guerra electrónica y los sabotajes. En estas dos categorías, Israel ha demostrado tener un amplio historial. Sería un paso más, tras la ofensiva de intensos bombardeos israelíes en el sur del Líbano para contrarrestar los lanzamientos de cohetes de Hizbulá y la campaña de asesinatos selectivos contra líderes tanto del grupo armado libanés como de efectivos en ese país de la milicia palestina Hamas. Pero no sólo eso.

¿Por qué este tipo de acción ahora?

Es la gran pregunta, cuando toda la diplomacia mundial estaba de acuerdo y se había movilizado para evitar a toda costa que la guerra total se contagie al Líbano. Israel ha dicho desde el principio de su ofensiva en Gaza que su intención es prevenir ataques de Hizbulá. La milicia libanesa comenzó a disparar misiles contra la frontera israelí un día después de los ataques del 7 de octubre, cuando comenzó la campaña de bombardeos israelí contra Gaza, subrayando su solidaridad con los palestinos. Ahora, esta operación en la que explosionaron que miles de dispositivos busca y walkie-talkies en manos de milicianos de Hizbulá puede ser "la salva de apertura de una prolongada campaña militar israelí contra el Partido de Dios", escribe Colin P. Clarke, investigador senior de The Soufan Center, en 'Foreign Policy'.

¿Hay una conexión iraní?

Esta espiral de explosiones de los últimos dos días podrían ser también un ejemplo más de la guerra encubierta que libran Israel e Irán en territorio ajeno. El régimen iraní se apoya en el llamado Eje de la Resistencia (que incluye a Hamas, Hizbulá, los hutíes de Yemen, y milicias en Siria e Irak) para llevar a cabo acciones hostiles contra Israel, sobre todo desde el ataque de Hamas. En las detonaciones del martes resultó herido leve el embajador iraní en el 'país de los cedros'.

¿Recupera con ello su reputación la Inteligencia israelí?

El prestigio de todos los servicios de Inteligencia de Israel quedó gravemente dañado con su fracaso en prevenir el atentado de Hamas del 7 de octubre. Tendrá que recorrer un gran camino para recuperar algún rasgo de su 'reputación' anterior, de su fama de infalibilidad, y, aun así, la quiebra difícilmente será reparable. Existe la posibilidad de que las detonaciones tuvieran que hacerse en este momento preciso antes de agotar el tiempo límite para que la operación quedara al descubierto. Pero algunos analistas apuntan a la voluntad del Mosad de limpiar su nombre con las explosiones de los busca y los walkie-talkies en manos de Hizbulá. La operación es de película y finalmente queda por aclarar -o quizá nunca se sepa- si los explosivos se insertaron en los dispositivos en la cadena de manufacturación o en algún otro momento antes de su entrega. No obstante, el alcance de esta operación ha sido enorme, con 12 y 25 muertos cada día y dejando heridos y mutilados a alrededor de 3.500 personas, entre ellas activos del grupo que lidera Hasan Nasrala que tardarán en volver a estar operativos.

¿Significa esto que Hizbulá tiene un problema de seguridad?

Recientemente, el liderazgo del grupo libanés había descartado los móviles por considerarlos inseguros y había confiado la comunicación interna en dispositivos como los busca, anticuados y que no operan con la misma red que los móviles. Los consideraba más seguros y fuera del alcance del 'spyware' israelí, con hitos mundiales conocidos como Pegasus. Lejos de protegerse, Hizbulá ha quedado de nuevo expuesto a la Inteligencia israelí. Habrá que evaluar los pasos de la milicia libanesa de los próximos días para analizar el nivel de desestabilización que ha creado entre sus filas esta acción de guerra tecnológica y hasta qué punto se agranda la brecha en sus comunicaciones. Tendrá que realizar nuevos protocolos de seguridad para salvaguardar a su cúpula y purgar filas para descartar posibles topos. Hizbulá encadena varias humillaciones. Su seguridad ya se reveló comprometida desde muy al principio de este actual conflicto y quedó bien en evidencia cuando a principios de enero Israel liquidó a Saleh el Aruri, 'número dos' de Hamas, en un asesinato selectivo en pleno Beirut. Varios cabecillas de la organización chií han sido asesinados estos meses, el último y más importante, Fuad Shukur, en julio pasado también en Beirut.

¿Cuál es el fin último tras esta operación?

El ministro de Defensa israelí declaró ayer por la tarde el inicio de "una nueva fase" de la guerra en la que el ejército pone su mira en el frente norte: es decir, en el Líbano. Los generales israelíes han desplegado más soldados en esta frontera, aprovechando que los niveles de destrucción y devastación alcanzados en Gaza tras 11 meses de ofensiva han liberado tropas como la División 98. Desde el estallido de la guerra el 7 de octubre hasta ahora, el conflicto entre Israel y Hizbulá había seguido una lógica de contención. A partir de ahora, una guerra abierta puede ser inminente. La ambición de Israel es cuestionar la Línea Azul, frontera terrestre establecida por la ONU pero no acordada entre ambos países, y establecer una zona de seguridad que desplace a Hizbulá -y a la población libanesa de ese área- en una franja de 30 kilómetros hacia arriba.

¿Cuáles son los escenarios posibles?

Los análisis no llevan a buenos augurios como conclusiones. El escenario de una guerra a gran escala entre Israel y Hizbulá es ahora el más cercano por el lado israelí. Desde el principio del conflicto, el primer ministro Benjamin Netanyahu no oculta su intención de emprender una operación para trasladar kilómetros más al norte la frontera libanesa y "garantizar la seguridad" de las poblaciones al sur de la Línea Azul, desplazadas desde hace meses por la amenaza de Hizbulá. Así lo reiteró ayer. Desde la guerra que libraron en 2006, Hizbulá ha cambiado mucho y ahora es una milicia con mucho más poder bélico. Es la milicia armada no estatal mejor entrenada de la región y cuenta con 150.000 misiles y munición de precisión guiada; nada que ver con Hamas. Una guerra en el Líbano sería para Israel un desafío sin precedentes en décadas, mayor del que ha presentado la ofensiva en la Franja de Gaza. Por el lado del Partido de Dios, que ha prometido venganza, la tentación ahora es responder de forma contundente a la guerra tecnológica, del mismo modo que Irán se vio obligado a activar sendas reacciones -aunque controladas- tras el ataque a la embajada de Damasco (abril) y el asesinato en Teherán del líder de Hamas, Ismael Haniyah (julio). La operación contra las comunicaciones de Hizbulá sin duda habrá puesto en guardia a los otros componentes del 'Eje de la Resistencia', en particular a los hutíes, que el pasado sábado dieron un salto cualitativo al lanzar un misil balístico contra el centro de Israel.