INTERNACIONAL
Corea del Sur

3.000 policías para detener al presidente que protagoniza el mayor 'K-drama' de la política surcoreana

Un operativo sin precedentes formado por más de 150 furgones policiales irrumpe de madrugada en la mansión presidencial para detener al dirigente que impuso la ley marcial en Corea del Sur

La comitiva del presidente destituido surcoreano Yoon Suk Yeol llega este miércoles a la Oficina de Investigación de la Corrupción en Gwacheon, Corea del Sur.
La comitiva del presidente destituido surcoreano Yoon Suk Yeol llega este miércoles a la Oficina de Investigación de la Corrupción en Gwacheon, Corea del Sur.WANG TAE-SEOG/KOREA POOLEFE
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Avanzada la gélida madrugada del miércoles en Seúl, aprovechando que la vibrante capital surcoreana estaba sumida en un profundo sueño dentro de la quietud de los cálidos hogares, más de 150 furgones policiales irrumpieron en los aledaños de la residencia presidencial, encajada en una colina que comparte con varias mansiones de estrellas del K-pop y de magnates financieros.

De los vehículos blindados se bajaron 3.000 efectivos: antidisturbios, agentes de la Oficina Anticorrupción, de las fuerzas especiales y de las unidades que normalmente se ocupan de luchar contra el crimen organizado y el tráfico de drogas. Un operativo sin precedentes para detener a Yoon Suk Yeol, el presidente cesado por declarar la ley marcial, que se encontraba atrincherado en una fortaleza protegida por alambres de púas, barricadas de autobuses y un leal equipo de seguridad armado con fusiles.

Mientras la policía desplegada se aproximaba hacia la entrada de la residencia, se encontró con un pequeño tapón formado por un grupo de manifestantes que apoyaban a Yoon. Algunos de ellos eran militares retirados que ondeaban banderas estadounidenses y coreaban una versión local del lema de campaña más famoso de Donald Trump: "Hacer que Corea vuelva a ser grande de nuevo".

Los agentes se abrieron paso a empujones, acordonaron la zona y alcanzaron la puerta de la residencia donde se escondía Yoon. Lograron romper las cadenas de la puerta y, con varias escaleras, treparon por encima de los autobuses colocados en la entrada para bloquear su paso. Las televisiones locales, que ya habían despertado a todo el país con la noticia del intento de detener al presidente, capturaron las imágenes de los policías con las escaleras.

Pero el siguiente obstáculo era el más difícil de sortear: la guardia pretoriana de Yoon, el Servicio de Seguridad Presidencial (PSS), alrededor de 200 agentes de las fuerzas de élite de la policía surcoreana que habían prometido frenar la ejecución de la orden de arresto de su jefe. Ya lo hicieron con éxito durante el primer intento el pasado 3 de enero, cuando estos guardaespaldas obligaron a retroceder a los investigadores de la Oficina Anticorrupción que pretendían detener a Yoon.

Simpatizantes del presidente destituido increpan a la Policía en el exterior del complejo presidencial este miércoles.
Simpatizantes del presidente destituido increpan a la Policía en el exterior del complejo presidencial este miércoles.JEON HEON-KYUNEFE

El enfrentamiento con el equipo de seguridad duró aproximadamente seis horas. Hubo forcejeos y muchos momentos de tensión. Pero fue un choque cuerpo a cuerpo, más dialéctico que físico, sin disparar una sola bala. Al final, los escoltas tomaron la decisión de retirarse de las líneas defensivas después de escuchar la declaración de emergencia del presidente interino, Choi Sang-mok, quien advirtió que sería "severamente castigado" cualquier acto de violencia durante la ejecución de la orden de arresto.

Hubo que esperar hasta las 10:30 horas de la mañana para conocer la noticia que ansiaba una gran mayoría de surcoreanos: Yoon, el presidente que había intentado dar un golpe de Estado bajo el paraguas de una efímera ley marcial, había sido detenido. Vestido con un traje negro y camisa blanca sin corbata, el líder conservador que fue apartado del poder el 14 de diciembre tras salir adelante el segundo impeachment que votaba el Parlamento para destituirlo, se alejó de la residencia en un todoterreno negro que lo llevó hasta la sede de la Oficina de Investigación de la Corrupción (CIO), donde fue interrogado.

Durante aquel trayecto, se difundió a los medios un discurso pregrabado en el que Yoon cargaba contra la "ilegal investigación" en su contra, reiterando que carece de fundamento jurídico y alegando que únicamente había accedido a salir de su escondite para "evitar cualquier derramamiento de sangre".

La detención de Yoon (64 años) bajo otro show televisado con el enfrentamiento entre policías, manifestantes y el equipo de seguridad presidencial abre un nuevo escenario después de casi seis semanas en las que una de las grandes democracias de Asia ha sido engullida por una crisis política que parece no tener fin.

Los investigadores ahora pueden retener a Yoon hasta 48 horas a la espera de una orden judicial para mantener el arresto durante al menos 20 días más antes de que sea acusado formalmente de abuso de poder e insurrección, un delito que se castiga con cadena perpetua o pena de muerte. De seguir estos pasos y presentarse cargos en su contra, Yoon permanecería detenido hasta que se celebrara el juicio.

Todo este procedimiento podría coincidir con el otro juicio político que Yoon enfrenta en estos momentos en el Tribunal Constitucional, que debe decidir si valida la moción de destitución que votó el Parlamento o restituye al líder en el cargo. Si finalmente los jueces confirman la destitución, se convocarían elecciones presidenciales anticipadas para los siguientes 60 días.

Mientras se decide el destino penal y político del presidente de la ley marcial, la inestabilidad se prolonga en un país que dejó atrás la dictadura militar a finales de los años 1980 y que ahora está dirigido por el tercer funcionario en la línea de sucesión a la Presidencia, tras los impeachment de diciembre contra Yoon y el primer ministro Han Duck-soo.

Corea del Sur está paralizada en un momento especialmente delicado dentro y fuera de casa. Mientras se acentúan las profundas divisiones y la polarización en la política nacional entre conservadores y progresistas, todavía quedan muchas incógnitas por resolver sobre el accidente aéreo que dejó 179 muertos el 29 de diciembre. En aguas internacionales, hay incertidumbre por cómo avanzarán las relaciones con su mayor aliado, Estados Unidos, con Trump en la Casa Blanca. Y no hay que olvidarse de la vecina Corea del Norte, que continúa probando nuevos misiles y, con ayuda de Rusia, desarrollando su programa nuclear.