INTERNACIONAL
Tregua en Gaza

Así se forja un alto el fuego: la intrahistoria de la  tregua más esperada entre Israel y Hamas

Hay factores que explican no solo por qué el Gobierno israelí y el grupo islamista han aceptado la tregua, sino por qué no lo hicieron antes

Soldados israelíes saludan mientras cruzan de la Franja de Gaza a Israel.
Soldados israelíes saludan mientras cruzan de la Franja de Gaza a Israel.AP
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Israel y Hamas inician una nueva fase de su enfrentamiento conscientes de que nada será igual desde el ataque yihadista del 7 de octubre del 2023 y la masiva respuesta militar israelí en la Franja de Gaza.

Complicado pronosticar si se cumplirán las tres etapas de la "Hoja de Ruta" de la tregua diseñada para devolver la calma al devastado enclave palestino y los secuestrados a sus casas en Israel. Más sencillo es exponer los principales factores que explican no solo por qué el Gobierno israelí y el grupo islamista han aceptado la tregua, sino por qué no lo hicieron antes.

La oposición y gran parte de las familias de secuestrados en Israel formulan esta última pregunta al primer ministro Benjamin Netanyahu, recordando que rechazó una propuesta parecida que él mismo planteó el pasado 27 de mayo. Denuncian que torpedeó el alto el fuego debido a la amenaza de dos partidos de su coalición de derribar el Gobierno si frenaba la ofensiva sin acabar completamente con las capacidades armadas y de control de Hamas en Gaza. Según el analista militar del diario Haaretz, Amos Harel, "desde entonces murieron ocho de los secuestrados, dos de ellos al parece por bombardeos israelíes y seis asesinados por Hamas además de 122 soldados".

Netanyahu replica que incluso la Administración Biden "no precisamente bibista" (en alusión a su conocido apodo) responsabiliza exclusivamente a Hamas del fracaso en las negociaciones. Afirma que Hamas ya no exige la retirada inmediata, se aumentó el número de secuestrados vivos a liberar en la primera fase y que la situación ha cambiado sustancialmente al descabezar a Hizbulá en Líbano, debilitar a Irán en la región y fulminar los batallones y la mayoría de líderes de Hamas empezando por el cerebro del 7-O, Yahia Sinwar. Lo más cercano a la "victoria total" que solía repetir Netanyahu durante meses.

Todo ello es cierto de la misma forma que gracias a la reconciliación con su viejo socio del Likud y hoy ministro de Exteriores, Gideon Sa'ar, su coalición aumentó de 64 a 68 diputados en una cámara de 120 reduciendo el riesgo político. La prueba es que tras continuas amenazas en los últimos meses, el líder ultranacionalista Itamar Ben Gvir dimite en protesta por lo que llama "acuerdo de rendición ante el terror" sin que Netanyahu pierda la mayoría. El motivo es Sa'ar y que el otro partido ultranacionalista se queda, alegando promesas del primer ministro, al menos durante la fase inicial del acuerdo. Cuarenta y dos días que en Israel son una eternidad.

Otro factor es la creciente presión interna en la izquierda y derecha a favor del acuerdo para la vuelta de los 98 secuestrados. Un sentir que se aprecia viendo sus rostros nada más aterrizar en el Aeropuerto Ben Gurion, viajar en tren al norte o ir en coche al sur. Además, la cúpula de seguridad es unánime desde hace meses en recomendar a Netanyahu un acuerdo como deber moral ante los secuestrados y necesidad operativa tras el desgaste en varios frentes con movilización récord de reservistas (y su daño también a la economía) y con más de 400 soldados muertos en la Franja de Gaza cada vez más destruida mientras Hamas recluta efectivos para sustituir sus bajas.

A todo ello, hay que añadir el decisivo efecto Trump. La irrupción y colaboración de su equipo en la mediación liderada por Biden ha sido fundamental no solo ante Hamas sino también ante Netanyahu.

El dirigente teme la marcha de Ben Gvir o Smotrish pero aún más la ira de Trump, muy popular en Israel por su anterior mandato, que exigió a todas las partes un acuerdo antes de su juramento. Netanyahu le necesita para dos objetivos que comparten: normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudí y frustrar el plan nuclear iraní.

La amenaza de Trump a Hamas de desatar "un infierno en Oriente Próximo" si no libera a los rehenes antes del 20 de enero no es la principal causa por la que firmó el acuerdo. Aunque no hay que menospreciar su temor a que con él en la Casa Blanca, Israel tendría luz verde en plena ofensiva para reducir la ayuda humanitaria básica para la población gazatí, pero también para la supervivencia del grupo islamista. Trump además puede presionar a dos países con ascendencia sobre el liderazgo de Hamas en el exterior: Qatar y Turquía.

Cuando lanzó la "Inundación Al Aqsa" en el 7-O, Sinwar esperaba una ayuda más masiva de Irán, Hizbulá y otras milicias contra su enemigo común. Quince meses después, Sinwar está muerto, su grupo descabezado y el aislamiento es mayor debido a que Hizbulá firmó la tregua y las milicias proiraníes en Siria o Irak han cesado sus ataques. Solo dispone de la ayuda de los hutíes como demostraron el sábado con dos misiles balísticos disparados desde Yemen contra Israel.

Todo ello hizo que Hamas renunciara a la exigencia de una retirada inmediata y al compromiso del cese definitivo de la guerra en la primera fase aunque recibió garantías que sucederá.

Con todo, ha logrado algo impensable hace un año: mantenerse como principal fuerza aunque Israel, la Autoridad Nacional Palestina, EEUU y varios países árabes quieren que los gazatíes dejen de estar bajo su control tras casi 18 años. Especialmente cuando la devastada Gaza afronta una larga reconstrucción si es que se llega a la tercera fase del acuerdo.

Gracias a su carta más valiosa en la mesa de negociación (rehenes), los islamistas alcanzan un acuerdo de alto el fuego que incluye la retirada israelí incluyendo el que hasta hace meses era una línea roja para Netanyahu, el Eje de Filadelfia.

Por último, los presos. Hamas arranca de Netanyahu un número de presos superior al del Canje Shalit. A nivel interno, es relevante que muchos pertenezcan al resto de facciones palestinas teniendo en cuenta las críticas por los demoledores efectos del 7-0.