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Durante más de cien años, desde los tiempos en que los dirigía el barbudo Thorvald Stauning, los ministros socialdemócratas daneses se habían negado a recibir condecoraciones reales. "Son un vestigio del pasado", clamaba Stauning. Hasta este invierno en que todo ha cambiado. No sólo las aceptan encantados, animados por su líder actual, la primera ministra Mette Frederiksen, sino que las exhiben sonrientes y rebosantes de orgullo en sus redes sociales. El partido por excelencia de la izquierda se rinde entusiasmado a la inmensa popularidad de los reyes Federico X y Mary.
Fue la propia Frederiksen quien, el pasado enero, decidió derogar la norma: "Es una época muy diferente a la de hace un siglo. Hoy tenemos una familia real muy moderna y una estrecha interacción entre democracia y monarquía". Ya entonces, tras la abdicación de Margarita II y la coronación de Federico, la jefa del Gobierno se destapó como una ferviente monárquica.
Ahora, al recibir su primera medalla por los servicios prestados como ministra, su entusiasmo se ha multiplicado. Sus posts en redes dan cuenta de la feliz nueva: "He recibido en el palacio de Amalienborg esta hermosa Orden de Su Majestad el Rey Federico X por la que se me nombra Comendadora de Primera Clase de la Orden de Dannebrog (nombre de la bandera danesa)".
Posteriormente, argumenta su decisión con un fervor patriótico que, a bote pronto, evoca aquel himno carlista del por Dios, por la patria y el rey: "Es la primera vez que un primer ministro socialdemócrata recibe este honor, y lo hago por varias razones. Nunca he ocultado mi gran respeto por la labor de la reina Margarita. Y por el trabajo de la familia real por Dinamarca. En una época de agitación, guerras y grandes cambios, creo que debemos aferrarnos a lo que más nos une a los daneses. A nuestras sólidas tradiciones. Y a nuestro pasado, presente y futuro. A nuestra historia, nuestra bandera y la cruz. La Casa Real es una parte importante de nuestra cultura. Y estoy convencida de que los reyes seguirán dirigiéndola con seguridad y acierto".
En apenas unas semanas, hasta 11 ministros y ex ministros socialdemócratas han aceptado la Orden de Dannebrog. Sólo tres han declinado el honor. El caso más llamativo entre los condecorados es sin duda el de la diputada Pernille Rosenkrantz-Theil, candidata a la Alcaldía de Copenhague para 2025 y aguerrida militante de ultraizquierda en sus años mozos. Ex ministra socialdemócrata de Asuntos Socialel (2022-2024) y de Educación (2019-2022), Rosenkrantz-Theil ha subido dos fotos. Una en la que posa con la medalla como la respetable señora de 47 años que es hoy, con su gran foulard verde a juego con una blusa estampada del mismo color; y otra, de hace un par de décadas, de cuando se estrenó como diputada de Lista de Unidad, el partido más izquierdista del Parlamento. De negro okupa, con cresta y tatuada.
"Algunos pensarán que es un salto un pelíííííín grande pasar de los piercings y el punk a ser Comendadora de la Orden de Dannebrog", escribe en X. "En mi juventud habría puesto los ojos en blanco. Pero hoy estoy realmente feliz por el reconocimiento que supone recibir de la Casa Real la Cruz de Comendadora".
No siento una gran necesidad de ser condecorado sólo por mi función cuando las personas normales no reciben honores por su función en la sociedad
En sus tiempos en Lista de Unidad, Rosenkrantz-Theil fue una diputada de armas tomar. Soltó gallinas por el Parlamento en protesta por los recortes en los institutos y escandalizó a sus colegas cuando justificó que dos jóvenes activistas, invitados por su secretaria, arrojaran en 2003 pintura roja sobre el entonces primer ministro, el liberal Anders Fogh Rasmussen, en protesta por la participación de Dinamarca en la Guerra de Irak. "Cuando se tiran bombas sobre la gente, lo mínimo que puede esperarse es una reacción como esta, que creo que ha sido divertida", dijo. "¿Si apoyo este tipo de acciones? Sí, yo misma podría haber hecho lo mismo".
En 2007, cuando se pasó a los socialdemócratas, aseguró que no tenía "una mierda que disculparse", aunque en 2013 sí lo hizo: "Me avergüenzo de haber apoyado esa agresión. En aquella época formaba parte de un entorno muy duro de la extrema izquierda en el que nuestros adversarios nos daban completamente igual. Ahora soy adulta. Veo lo que esas cosas significan para nuestra sociedad. Que los políticos no puedan vivir en paz y seguridad socava la democracia".
De los tres ministros que han rechazado la Orden, sólo Peter Hummelgaard, titular de Justicia, ha ofrecida una explicación: "No siento una gran necesidad de ser condecorado sólo por mi función cuando las personas normales no reciben honores por su función en la sociedad".
Menos discreta se ha mostrado la Juventud Socialdemócrata Danesa (DSU), que no ha dudado en criticar a sus mayores. Katrine Evelyn, su presidenta, ha calificado de "molesta" la lluvia de medallas y ha subrayado que la DSU sigue oponiéndose a las condecoraciones reales.
"Son tonterías de clase alta privilegiada", declaró a la cadena TV2. "La familia real representa a la élite, mientras que los socialdemócratas representan al pueblo. Hay algo bonito en el hecho de que, cuando asistimos a un baile con la Familia Real, lo hacemos como representantes del pueblo, sin pompa ni circunstancia. La socialdemocracia como movimiento está por encima de los individuos. Por eso es extraño que algunos vayan por ahí con sus medallas bling bling y otros no".
Vistos los precedentes, habrá que ver si dentro de 20 años no es ella quien posa sonriente con la Cruz de Comendadora.