No parece que en Europa estén muy preocupados con lo que está ocurriendo en España. Asuntos internos, dirán. Al fin y al cabo, hay Estados más pequeños que Cataluña en la UE. E incluso paraísos fiscales igual de indecentes. Pero en el PP juegan a no darse cuenta y Feijóo anda por ahí diciendo que cuando llegue al poder derogará el concierto pactado con los independentistas. El líder de la derecha o disimula o no ha entendido el verdadero alcance del proyecto de Sánchez. Que no es más que un nuevo episodio de la idea de disgregación nacional del PSOE refundado por González y Guerra en la Transición. O quizá la confianza de Feijóo en las instituciones le lleva a quedarse a la espera de que le toque gobernar y después cambiar lo que no le gusta. Si es que para entonces permanece aún en pie el Estado. Porque es el cadáver de la nación el único cimiento que garantiza la continuidad en el poder de Sánchez y el medio de que su familia y allegados sigan haciendo negocios para procurarse un futuro estable. No es el primer dirigente socialista que lo hace.
A esta situación, Juan Luis Cebrián la llama el efecto Sánchez, una sencilla fórmula para blanquear su pasado y presumir de padre de la patria preocupado por una supuesta degeneración de su partido y de su periódico. Porque, dice el ex director de El País en un libro escrito para desmemoriados y socialistas convencidos (llega incluso a citar como fuente de autoridad al golpista Indalecio Prieto), que tanto Jesús Polanco (al que dedica esta colección de artículos editados por Ladera Norte) como él mismo "siempre quisimos hacer un buen periódico a secas, un diario independiente, afecto a las ideas y aún a los ideales progresistas, pero nunca un boletín de propaganda. Ese sentimiento liberal progresista, que sostuvo en el poder a la socialdemocracia durante casi tres lustros ha desaparecido en el PSOE. También en el diario El País, cuyo accionista de control es un fondo buitre tras el que se amparan desconocidos inversores".
No contento con algunos bulos sobre la reciente historia de España, Cebrián presume de haber 'expulsado de la carrera' al juez que osó imputarlos a él y a Cebrián por el 'caso Sogecable'
Hay personas con muy poco pudor y luego está Cebrián, que dedica el prólogo del libro a acusar a Aznar de recuperar una "pasión censora e intervencionista de nuestros gobernantes" que tuvo una "limitada tregua al comienzo de la Transición". Y remata: "La verdadera y casi única liberalización la protagonizó el PSOE de la época, durante el llamado felipismo". Es decir, durante el máximo apogeo del grupo Prisa, que logró imponer una posición de dominio en la opinión pública y en los sectores de la educación y la cultura españoles gracias a sus relaciones con el corrupto poder felipista del que consiguió lucrativos favores y el visto bueno a operaciones delictivas, como la absorción por la Ser de A3 Radio.
Pero, no contento con una sucesión de bulos dignos de chapotear en el fango, presume de haber "expulsado de la carrera" al juez que osó imputarlo a él y a Polanco por el caso Sogecable, "un ataque a la libertad de expresión diseñado para combatir desde el Gobierno [de Aznar] la influencia de El País, la Ser y el grupo Prisa". No puede haber más desfachatez en tan pocas páginas.