TOROS
Feria de San Isidro

La buena izquierda de Rufo en el Día Internacional de la Tauromaquia entre Ayuso y Page en Las Ventas

El torero de Talavera corta una oreja después de reponerse de una dura voltereta y dibujar los mejores naturales de la tarde; noble corrida sin finales de Victoriano del Río con la que Castella y Manzanares se quedaron a medias

La buena izquierda de Rufo en el Día Internacional de la Tauromaquia entre Ayuso y Page en Las Ventas
Javier Barbancho
Actualizado

La transversalidad ideológica de la fiesta brava quedaba de manifiesto en este Día Internacional de la Tauromaquia. La presencia en Las Ventas de los dos presidentes autonómicos que respondieron a la velocidad del rayo a la cancelación de Ernest Urtasun del Premio Nacional de Tauromaquia así lo demostraba: Isabel Díaz Ayuso y García-Page, derecha e izquierda, por separado, pero unidos por la defensa del toreo, por el respeto a la cultura, la historia y la libertad. Y este jueves por el minuto de silencio en memoria de Joselito el Gallo, 104 años después de la tragedia. Ayuso en un burladero de callejón; Page, en el tendido bajo del 1, fila 11 exactamente. Posicionados con el toreo.

Abajo, los tres matadores, desmonterados, coincidieron de azul marino y oro, tan distintos los bordados que diferenciaban los vestidos de Sebastián Castella, José María Manzanares y Tomás Rufo. Soplaba ya entonces un viento atroz que complicaría lidias y faenas, condicionando terrenos. Viento de Talavera...

...Tomás Rufo, que viene de esa tierra, sintió el aliento de la tragedia. El toro de Victoriano del Río, bajo, fibroso, muy astifino, traía una viveza pronta que, sin embargo, se dormía en la suerte. Rufo ya lo había sentido en el explosivo inicio de faena de rodillas, cerrado entre las rayas del «1», cuando el toro amagó con pararse a la altura del pecho. Aguantó lo indecible y escapó bien librado. Como de la tarde. Pero no pudo evitar la voltereta al vaciar una serie de mano baja, tan humillado el toro, tan entregado el torero. Se le quedó por debajo, o por detrás, cambiando la mano, a la espera del pase de pecho. Y lo levantó con la fuerza que habitaba en su cuello. Un terrible vuelo sin motor que tuvo su peor parte en el violento aterrizaje, en la saña con la que el toro hacía presa. El hombre hecho un ovillo sobre el que se cebaba la bestia.

Los gestos de TR en el suelo, cuando lo recogieron las cuadrillas, anunciaban el dolor y la posible cornada que no fue. Del agujero de la taleguilla no brotaba la sangre. Volvió a la cara del toro, muleta en la izquierda, muy cruzado y enfontilado, para dibujar con hondura brillantes naturales. De uno en uno, brotó el toreo más caro de la función. Y ganó no sólo el pitón contrario, sino el respeto de la plaza. Que hasta el momento del percance se mostraba, al menos en una parte, discrepante con la entereza del toro que condicionaba la redondez última de las bien trazadas series de derechazos. Media estocada en lo alto disparó la oreja.

A la noble y desigual corrida de Victoriano del Río, más fuerte del cuarto en adelante, le sucedía como denominador común que apuntaba con nota y no terminaba de rematar. Carecía de finales en general. Incluso en los más reseñables ejemplares. O por falta de codicia, empuje, esa pérdida de celo se daba. O puede que algo haya que poner también en el debe de las figuras para que aquello no fraguase. ¿Cuánto ha de durar un toro? Precisamente ese cuarto mencionado, castaño y cuajado, el más destacado del conjunto, fue un toro estupendo. Galopón. Alegre y pronto en banderillas. Castella lo vio clarísimo, brindó al público y bordó un principio de faena sideral. Espectacular pero a golpe de muñeca. Muy templado. En el mismo son que aportaba el toro siguió la faena que empezó a decaer a la vez que el interés del animal.

SC no supo cortar a tiempo, sin sentido de la medida, pasando de rosca el toro y la obra. Que concluyó deslucida y enganchada. Hubo de sacarse al toro ya encogido a los medios para igualarlo y cobrar la estocada. Si en algún momento tuvo la oreja en la mano, ese momento se perdió lejos en el tiempo. Su primer oponente, con hierro de Toros de Cortés, sacudido de carnes pero sobre todo sin cuello ni raza, se defendió constantemente con genio, imposibilitando cualquier atisbo de lucimiento.

A José María Manzanares también los proyectos se le quedaron inacabados. Un toro castaño de amplia cara apareció con el poder contado, humillador, preciso el empuje para salir de los embroques, cuando no gateaba por las zapatillas en el capote. Fue buen toro con las virtudes de su defectos. Quiero decir que las carencias le daban un sereno temple. Manzanares sorprendió con un principio de faena, cosa insólita en su tauromaquia. Y además muy torero. La faena se basó en la mano derecha -torear con ese vendaval con la izquierda se antojaba muy difícil-, siempre entonada y sin pasar, a la postre, de entonada.

Al toro de buenos inicios le faltaba un cuarto muletazo, cosa que a JMM también le ha faltado eternamente. Los instantes brillantes que parecían apuntar una recuperación no se consolidaron, muy preocupados algunos reventadores del grito en el momento inoportuno. Inteligentemente planteó la muerte en la suerte contraria, con la querencia a la espalda y recibiendo: el toro se llevó puesto un pinchazo hondo en todo lo alto suficiente. No hubo caso y apenas causa con el descompuesto quinto, uno de los dos cinqueños del envío. Manzanares ahora se atascó con el acero después de buscar ordenar las mejores opciones por el pitón izquierdo.

A últimas Tomás Rufo volvió a encarar con encomiable actitud el último cartucho, otro toro con los cinco años cumplidos, una formidable cabeza y, como todos, muy movido y por tanto no apretado de carnes. TR apostó para conseguir con sitio, aplomo y fibra extraer derechazos que prometían cotas mayores. Pero el toro, más remiso aún a izquierdas, sin que fuera un dechado de generosidad por el pitón derecho, dijo basta. Ni uno más. Y esa fue en líneas generales historia de la corrida sin finales. Agarró hueso Rufo y la gente se fue consciente de que la mejor izquierda, con perdón de Page, en la tarde de la transversalidad del toreo, fue la suya.

Ficha

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Jueves, 16 de mayol de 2024. Sexta de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Victoriano del Río dos cinqueños (5º y 6º), y uno de Toros de Cortés (1º), el de menos presencia; serios por delante, de desigual remate; nobles sin finales destacaron 2º, 3º y 4º con el mismo pecado.

SEBASTIÁN CASTELLA, DE AZUL MARINO Y ORO. Pinchazo hondo y media atravesada (silencio); en el cuarto, estocada. Aviso (saludos).

JOSÉ MARÍA MANZANARES, DE AZUL MARINO Y ORO . Pinchazo hondo arriba en la suerte de recibir (petición y saludos); en el quinto, dos pinchazos y estocada (silencio).

TOMÁS RUFO, DE AZUL MARINO Y ORO. Media estocada en lo alto (oreja); en el sexto, dos pinchazos y estocada baja (silencio).