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Fue uno de los dirigentes más activos de Vox. Se convirtió en uno de los diputados fundamentales de la formación de Santiago Abascal. Junto a Macarena Olona, formó un tándem de presión al Ejecutivo en el Parlamento. Pero decidió dar un paso a un lado en la política y dedicarse al sector privado. No ha dejado de ser una referencia intelectual para un sector de la derecha española.
- Parece que usted ha abandonado la política pero no da la impresión de que la política le haya abandonado a usted.
- Mi paso por la política es fruto de una preocupación que he tenido siempre y siempre tendré. La llegada de Trump es una de las cosas más importantes que ha sucedido en los últimos meses y creo que va a ser un punto de inflexión para la civilización occidental en los próximos años.
- ¿Cuáles son las causas de este cambio de ciclo?
- Es un triunfo arrollador, es un auténtico tsunami. ¿A qué se debe? Sin duda, al retorno al sentido común en 20 años. La izquierda más totalitaria y más alejada de los trabajadores ha ido imponiendo criterios cada vez más absurdos, cada vez más insostenibles y cada vez más dañinos. Trump es la respuesta, es la reacción a todo esto.
- Sí parece que tiene ganas de cumplir con sus compromisos.
- Bueno, no solo va a intentar hacer sino que en su primera semana de Gobierno lleva cinco días y ha emitido ya órdenes ejecutivas verdaderamente impresionantes por su número y por su alcance. Trump ha hecho exactamente lo que creo que hay que hacer el primer día en cuanto se toma posesión, empezar a firmar órdenes ejecutivas muy influyentes y decisivas. Revela dos cosas: cumple lo que promete y, al menos, transmite un deseo de transparencia que creo que es muy refrescante.
«Sánchez es capaz de resistir de manera antidemocrática»
- ¿Y cómo valora el posicionamiento del presidente Sánchez frente a esta nueva administración?
- No sé si es la manera precisamente de recibir una Administración que tiene unos intereses en España bastante importantes y que España tiene intereses en su país. Es completamente irrisorio este ataque secundado por otros miembros de la izquierda contra los tecnócratas o los tecnológicos y los millonarios. Cuando precisamente éstos son los que han dado cobertura a todo lo que ha sucedido los últimos 15 o 20 años. Lo único que ha sucedido es que han cambiado de bando. Y, entonces, mientras apoyaban a la izquierda eran un baluarte de la democracia. Cuando se han pasado al otro lado, son amenazas a la democracia y expresiones de extrema derecha. Han empezado a ver las pulsiones totalitarias de la administración Biden y de la izquierda en general.
- Y adentrándonos en el plano nacional...
- Estamos en una espiral degenerativa que es consecuencia de todas las decisiones que se han tomado en los últimos seis años y que han sido verdaderos ataques a la democracia. Primero, la toma del control por parte de Pedro Sánchez de su partido, de su propio partido, por métodos antidemocráticos, haciendo trampa en las votaciones en las que salió elegido secretario general. Después, la toma de control del Gobierno, basado en una mentira. Después, la toma de control del Congreso. Después, el control de la judicatura, el control de la Fiscalía General, el control del Constitucional, el control de los medios de comunicación públicos y la toma de control por el lado de la financiación publicitaria de muchos privados. Ahora de Telefónica y de Indra... Todo esto es degeneración de la democracia.
- ¿Teme por la limpieza electoral?
- Tengo pocas dudas de la fiabilidad de los votos depositados en las urnas porque hay suficientes apoderados de los partidos de oposición como para hacer recuento por su cuenta y asegurarse de que coincide con la realidad. No me generan demasiadas sospechas. Ahora sí me preocupa el voto emitido por correo. Nunca me ha parecido que tuviera la misma seguridad.
- ¿Usted ve una posible convocatoria de elecciones generales?
- Yo no sé si va a haber elecciones. Lo que sí sé es que si las hay, no necesariamente es una buena noticia. Pedro Sánchez convoca solo cuando cree que las puede ganar. Y si no, es capaz de resistir lo que haga falta, de la manera más antidemocrática. Si las llega a convocar, yo sería muy cauto porque no me fío.
- El Gobierno traslada, y así lo reflejan las encuestas, decepción entre la ciudadanía. Pero lo que no acaba de detectarse es una gran ilusión por la alternativa.
- Me temo que así es. Fuera de los perímetros más cercanos de los jefes de los partidos no se percibe entusiasmo. Pero creo que hay motivos de sobra para generar entusiasmo porque España tiene un gran potencial. España tiene enormes posibilidades de crecer, de mejorar. Hay enormes áreas de reforma. Hay oportunidades que vienen de la mano de la tecnología, de la inteligencia artificial, desde las nuevas oportunidades. Está también la inspiración que estamos viendo en lo que está pasando con Trump, Meloni, Milei... Es decir, hay ejemplos concretos de que se puede expresar entusiasmo de la población con medidas que puede que parezcan atrevidas, pero que generan ese tipo de impacto entre los votantes. Lamentablemente, eso todavía no lo estamos viendo en España.
- Una licencia. Imaginemos que está de nuevo en política.
- Empezaría a preparar ya un tsunami legislativo reformista para presentar el primer día en el Congreso parecido al que ha presentado Trump. Arrancaría reestableciendo la ley y el orden en aspectos muy distintos. Por supuesto, regularía de manera inmediata el tema de la inmigración, tanto de aquellos que pretenden entrar a partir de hoy como de aquellos que, estando aquí, están causando algún tipo de problema. Por supuesto, revertiría problemas que están afectando a la vivienda de los españoles, como el tema de la okupación. Por supuesto, haría una reforma profunda de la administración pública para hacerla más eficiente y menos agresiva con el administrado. Generaría un clima, que se puede empezar a ofrecer ya desde la oposición, de acogimiento de los inversores extranjeros y nacionales, de fomentar a los emprendedores, de ayudar o de dejar de molestar a los autónomos, de bajar impuestos, de simplificación normativa, de reducción de burocracia, de apuesta por ciertas industrias no con ayudas públicas, sino con facilidades y desregulación, con un impulso a la energía para bajar el precio de la electricidad y generar suficiente capacidad instalada como para crear una revolución económica e industrial, con un plan de infraestructuras que arranque con un plan hidrológico nacional para volver a canalizar el agua en los sitios donde hay riesgo de que vuelva a haber inundaciones y, además, asegurarse de que el agua llega a todos los sitios donde nos hace falta para la agricultura, la ganadería, la industria, incluso para las nuevas implantaciones de tecnología. Con un plan para recuperar el mercado único, para que un productor o una compañía andaluza pueda operar en Cataluña y para que un profesor canario pueda dar clase en Bilbao. Desideologizar por completo la escuela y la Universidad, entre otras.
- ¿En los 100 primeros días?
- Sin duda. Y todo ello procurando rebajar el clima de tensión con otros partidos políticos o con otras regiones de España.
«No dudo del voto en las urnas, me preocupa el que llega por correo»
- Esa última parte, rebajar la crispación política, parece un reto imposible de imaginar a día de hoy.
- Si gobierna la derecha, la crispación de la izquierda va a ser inevitable en la calle con los sindicatos que llevan callados siete años. Pero ante eso, lo que yo creo que la derecha tiene que hacer es trabajar y demostrar su capacidad superior, sus ideas mejores, su capacidad de generar crecimiento, ilusión, empleo, riqueza y de restaurar la normalidad en tantos aspectos que la izquierda nos ha ido acorralando en los últimos 20 años.
- Pero parece que en ese sector ideológico, entre los votantes del PP y de su partido Vox, ven cómo sus dirigentes parece que van con el freno de mano echado.
- Procuro no molestar a quien no me pide consejo, pero si me llaman atiendo. Tengo buenas relaciones en los dos partidos. La recepción suele ser muy favorable. Pero lo difícil es llevarlo a la práctica porque es muy fácil decirlo desde fuera y luego es muy difícil ejecutarlo una vez que estás ahí. Lo sé por experiencia, pero que sea difícil no quiere decir que no se deba intentar. Aun entendiendo que las cosas no salen a la primera cuando uno tiene una idea que quiere expresar la tiene que repetir y repetir y repetir en todas las ocasiones en que se tiene un micrófono delante. Es un esfuerzo que es un goteo, no es un chorro de un día, es un goteo continuo.
- Parece que hay inmovilismo en las direcciones de los partidos, poca iniciativa.
- Yo no voy a atacar a ninguno de estos partidos porque estoy en la convicción absoluta de que lo que hace falta ahora es precisamente aunar esfuerzos. Lo que tenemos que hacer es aprender a convivir con personas o con instituciones o con partidos que no reflejan exactamente lo que uno piensa, pero que son compatibles y que tienen algunos objetivos en común. El primero que todo el mundo dice es echar a Pedro Sánchez, y estoy de acuerdo. Pero el segundo tiene que ser inmediatamente reformar muchas de las cosas que pasan estos años, no es solo echar a Pedro Sánchez y derogar, es derogar y reconstruir. Y eso tiene que ir indisolublemente unido a la primera parte, que es deshacernos de Pedro Sánchez, porque si no, deshacernos de Pedro Sánchez para continuar con las mismas políticas y las mismas ideas sería un fracaso. Entonces, como creo que hay varios objetivos en común y aunque entiendo que no todos pensamos igual, pero creo que el objetivo común es más importante que las diferencias que nos separan, pues estoy convencido de que es necesario aprender a convivir con el partido que no es el tuyo, con el compañero de partido con el que no estás de acuerdo del todo, con el periodista que ve las cosas de manera ligeramente distintas, con la organización de la sociedad civil con la que en el pasado has podido tener un enfrentamiento... En fin, aprender a convivir para de la unión sacar fuerza y revertir esas políticas que es lo verdaderamente importante.
«La llegada de Trump es un punto de inflexión para la civilización occidental»
- Esto que defiende ya lo vivió en su etapa en el Congreso, con Macarena Olona, con Cayetana Álvarez de Toledo...
- Yo he intentado siempre en mi vida ser cordial con todo el mundo aunque no esté de acuerdo con ellos. Cuando uno está en política, la cordialidad es deseable y no evita la contundencia de los argumentos. Yo puedo entenderme bien con personas de otro partido con los que no estoy de acuerdo en muchas cosas. Y según el momento en que estemos puedo decidir poner más énfasis en las diferencias manteniendo una cordialidad, o puedo decidir poner más énfasis en la crítica y el intento de acabar con las políticas del verdadero enemigo, que es la izquierda y el nacionalismo, dejando a un lado las diferencias que son menos relevantes.
- Pero los guiños de su partido con el líder de Rusia provocan rechazo.
- Como decía antes, yo no voy a criticar a ningún partido y por el contrario, lo que quiero es buscar los puntos de conexión, las cosas de las que nos podemos unir todos, porque lo que tenemos enfrente es suficientemente grave e importante como para no fijarnos en las pequeñas desavenencias que podamos tener.
- ¿Descartamos por completo su vuelta a la política?
- En este momento yo estoy muy centrado en mi actividad privada y lo que no descarto es mantener mi interés por los asuntos públicos, contestar a las personas que me preguntan o me piden opinión y expresar mis opiniones con claridad si con ello puedo contribuir algo a defender las ideas que yo creo que son mejores para España, con el objetivo, como digo, de relanzar a España para los siguientes 25 años.