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Groenlandia, acostumbrada al lento fluir del hielo hacia el mar a través de los glaciares, ha visto suceder en los últimos meses más cosas que en los últimos años. Una mañana de enero, varios transeúntes recibieron una oferta extraña en plena calle: comer gratis en uno de los mejores hoteles de la ciudad, conocer al hijo del presidente electo de Estados Unidos, y llevarse a casa una gorra roja con la inscripción Make America Great Again. La isla, donde sólo viven 57.000 personas, es un territorio dependiente de Dinamarca, pero geográficamente está más cerca de Washington.
Los medios de la isla -acostumbrados a informar sobre el último crimen local, la venta del puerto de Sisimut, la criticada ley de pesca o la última polémica indígena- no saben estos días ni por dónde empezar. El domingo, un nuevo sobresalto: Usha Vance, esposa del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, viajará a Groenlandia esta semana para presenciar la carrera nacional de trineos tirados por perros de la isla, según un comunicado de la Casa Blanca. Se espera que el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, también se sume a la visita. Según informa el periódico local Sermitsiaq, la organización detrás de la carrera recibió con gusto apoyo financiero de Estados Unidos a través del consulado estadounidense en Nuuk. No hay precedentes de que una Administración estadounidenses se haya comprometido tanto con el mundo de los trineos, hasta el punto de subvencionar la carrera y enviar una delegación de alto nivel.
Se trata, por el momento, de un interés no correspondido. Hace dos semanas se produjeron manifestaciones en varios lugares del país contra las declaraciones del presidente Trump sobre esta isla helada, rica en materias primas e hidrocarburos.
El primer ministro de Groenlandia, Múte B. Egede, ha calificado el viaje de la delegación estadounidense a la isla de "altamente agresivo". "¿Qué hace el asesor de seguridad nacional en Groenlandia? El único propósito es demostrar su poder sobre nosotros", ha afirmado Egede. "Su mera presencia en Groenlandia sin duda aumentará la confianza estadounidense en la misión de Trump, y la presión aumentará".
La Casa Blanca presentó la visita de Vance como una visita cultural privada y aseguró que la segunda dama "viajará a Groenlandia con su hijo y una delegación de Estados Unidos para visitar sitios históricos". Sin embargo, los medios locales han divulgado que sí se pretendían llevar a cabo contactos políticos. El alcalde del municipio de Qeqqata, Malik Berthelsen, ha rechazado una solicitud para reunirse con la esposa de Vance durante su visita a Sisimiut.
"Es muy curioso que el viaje tenga lugar en medio de negociaciones de la coalición [tras las elecciones del 11 de marzo] y de una elección municipal, tan crucial para nuestra democracia", afirma Masaana Egede, directora del medio Mediehuset Sermitsiaq.
En Nuuk, impera la sensación de estar viviendo una repetición constante de trucos estadounidenses para alterar los equilibrios políticos de la isla, inmersa desde hace tiempo en un prolongado debate sobre cuándo separarse de Dinamarca y cómo ser autosuficiente.
La visita recuerda demasiado a la que realizó el hijo del presidente, Donald Trump Jr., en enero. "Groenlandia es un lugar increíble, y su gente se beneficiará enormemente si, y cuando, se convierta en parte de nuestra nación. La protegeremos de un mundo exterior muy cruel. ¡Hagamos que Groenlandia vuelva a ser grande!", publicó el vástago presidencial en redes sociales al hilo de su viaje.
Aprovechando las cuatro horas de luz de aquellos días, se hizo fotos con "seguidores" que, en realidad, apenas sabían con quién estaban, como trascendió más tarde. Llegó acompañado de influencers -los Nelk Boys, un grupo pro-Trump de YouTube- y podcasters, que tampoco sabían gran cosa de la isla y buscaron, sin éxito, un Starbucks para calentarse. A -15 grados, repartieron dólares a las puertas de Brugseni, el mercado más grande de Nuuk. También entregaban gorras rojas mientras filmaban esa operación agit-prop para simular un apoyo MAGA en la isla.
En realidad, es difícil encontrar un groenlandés que quiera ser norteamericano. Una encuesta realizada en enero reveló que el 85% de los groenlandeses no deseaba convertirse en parte de Estados Unidos, y casi la mitad veía que el interés de Trump como una amenaza.
Pero los sucesos extraños tienen cada vez más nerviosos a los groenlandeses. Un vecino de la capital, Jacob Nordstrom, confesó a la prensa local que su hijo de 11 años había llegado a casa con un billete de 100 dólares. Otros adolescentes se llevaron hasta 300 dólares por hacer de palmeros del trumpismo.
Groenlandia entra en el catálogo de sociedades muy digitalizadas, y sus habitantes se informan sobre todo a través de las redes sociales. De los 56.000 habitantes de la isla ártica, 32.000 tienen una página en Facebook. Pipaluk Lynge, al frente del Comité de Política Exterior y de Seguridad de Groenlandia, denuncia que la isla está sufriendo este año "una campaña de desinformación".
La idea de Trump de anexionarse Groenlandia ha puesto el foco internacional en este remoto territorio, que alberga vastas reservas de tierras raras cruciales para las industrias de alta tecnología. También ha suscitado dudas sobre la seguridad futura de la isla, mientras Estados Unidos, Rusia y China compiten por la influencia en el Ártico.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, declaró a Reuters en un comentario escrito que la visita de la delegación estadounidense es algo que "tomamos muy en serio". Añadió que Dinamarca desea cooperar con Estados Unidos, pero que esta cooperación debe basarse en "las normas fundamentales de soberanía".
Donald Trump ha mostrado su postura respecto a su más reciente capricho helado: se negó a descartar el uso de acciones militares o económicas para adquirir la isla más grande del mundo. Los republicanos de la Cámara de Representantes incluso publicaron un proyecto de ley -llamado Make Greenland Great Again Act- que permitiría a la Administración Trump negociar la compra de Groenlandia.
El partido gobernante de izquierda de Egede, Inuit Ataqatigiit, fue derrotado en las elecciones parlamentarias a principios de este mes, pero Egede seguirá siendo primer ministro hasta que se forme una nueva coalición de Gobierno. Aunque los políticos groenlandeses han señalado reiteradamente que se oponen a la anexión, los partidos más votados en las elecciones del pasado día 11 son precisamente los que están abiertos a acuerdos con Estados Unidos para la minería, la expansión del turismo y otras inversiones.
Pero con su retórica, el equipo de Trump ha logrado incluso poner en su contra a los que podrían colaborar con él. Jens-Frederik Nielsen, quien probablemente será el próximo líder de Groenlandia después de que su partido ganara las elecciones, cree que el momento de la visita estadounidense muestra "una falta de respeto". "Los estadounidenses saben perfectamente que aún estamos en una situación de negociación y que las elecciones municipales aún no han concluido", ha criticado.
En Nuuk, muchos se preguntan cuándo volverá a las portadas de los medios el cierre del aeropuerto por mal tiempo o el inclemente derretimiento de los glaciares, que están haciendo a Groenlandia más pequeña que nunca.