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El último escaño

El pacto Trump-Putin alinea a Podemos con Vox

Pablo Iglesias celebra la nueva posición pro rusa de la Casa Blanca, mientras Orban y Abascal ven reforzado su papel como abanderados trumpistas en la Unión Europea

El pacto Trump-Putin alinea a Podemos con Vox
SERGIO PEREZ.EFE
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El inicio de la invasión rusa de Ucrania hace tres años ofreció una imagen de hermandad entre la mayoría de los partidos de la derecha y la extrema izquierda europea en su apoyo a la narrativa de VladimirPutin. Un paradójico ménage rojipardo. Es la posición de Podemos, Izquierda Unida y Vox en España. En Francia, la del líder de la izquierda radical, Mélenchon, y la ultraderechista Marine Le Pen, o en Alemania, la de los neonazis de Alternativa y los neocomunistas de Die Linke, que se opusieron al apoyo militar a Ucrania y defendieron un «pacifismo» cómplice con el agresor y mezquino con la víctima.

Todas estas formaciones populistas se apartaron del consenso europeo de apoyo a Kiev y dieron pábulo a los peregrinos argumentos del Kremlin contra la OTAN, Ucrania y la propia UE -Pablo Iglesias fue más allá en su mezquindad y alimentó la mentira del nazismo en las tropas ucranianas- para justificar, tanto política como moralmente, la violación rusa del derecho internacional.

Algunos analistas definieron este movimiento como la actualización del pacto Molotov-Ribbentrop, aquella alianza entre Rusia y Alemania, firmada en 1939, poco antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial, y en el que ambos países se repartieron Polonia, como hoy Donald Trump y Putin quieren repartirse Ucrania para sacar tajada económica y geopolítica.

La visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, el pasado mes de mayo a Madrid, para reunirse con el presidente Pedro Sánchez y el Rey Felipe, ya presentó a España como uno de los países europeos en los que la posición de Putin respecto a Ucrania reunía una mayor amalgama de partidos en su apoyo: la CUP, Bildu, BNG, IU, Podemos, Vox...

Las críticas al discurso que Zelenski pronunció en el Congreso -su paralelismo con el salvaje bombardeo de Guernica, por parte de la aviación alemana al servicio de Franco, molestó a Vox; su mera presencia en la Cámara, incomodó a IU y Podemos-, confirmaron esa anomalía europea que es el putinismo español.

La actual cesión total de Trump a los intereses de Rusia -ni el pusilánime primer ministro británico, Neville Chamberlain, cedió tan rápido ante Adolf Hitler en su encuentro en 1938-, entregando a Putin el territorio ucraniano invadido y mucho más, ha vuelto a ofrecer esa imagen de convergencia entre partidos de la derecha y la izquierda radical, supuestamente tan opuestos como Vox y Podemos, pero que, en la crisis de Ucrania -en la que ven otro campo de batalla en su intento de acabar con la UE y la democracia liberal-, aparecen felizmente retratados junto a Trump y Putin.

Especialmente contradictoria es la posición en la que queda Podemos, un partido alineado con el chavismo internacional y que habitualmente presenta a EEUU como un enemigo a combatir, pero que en estos momentos no tiene problemas en compartir el discurso de la Casa Blanca respecto a Ucrania.

Es más, sus dirigentes, Irene Montero e Ione Belarra, han celebrado que la traición de Trump a Kiev y Bruselas «demuestra» que la tercera vía «pacifista» que ellos defendían votando en el Congreso y la Eurocámara en contra de la ayuda a Ucrania -un pacifismo que, en la práctica, suponía la capitulación de este país-, queda avalada por Trump.

«Europa lleva 3 años alimentando la escalada bélica, diciendo que con más guerra, Ucrania ganaría. Mentían», dijo Montero, casi parafraseando el argumentario del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

Más sutil y malicioso en la propaganda, Iglesias se regodeó en su Canal Red, donde cobijaba a reconocida la agitadora del Kremlin, Inna Afinogenova -bien retratada por Marc Marginedas en el libro Rusia contra el mundo (Península)-, con la derrota de Zelenski, la «inútil» Europa y Joe Biden. Además, puso en duda que la invasión rusa significara una amenaza existencial para Ucrania y acusó a los gobiernos europeos de haber alimentado la «narrativa de la violencia». Por supuesto, orillando la más leve crítica a Putin, como si éste fuera la víctima o un mero actor secundario.

Esta coincidencia nada casual de Podemos con el discurso de Trump la subrayó ayer uno de los ex dirigentes del partido, Ramón Espinar: «Quizá estar milimétricamente alineado con la idea que tienen Trump y Putin sobre lo que hay que hacer con Ucrania y su pueblo no es la posición de izquierda verdadera que tú crees. Amigo, date cuenta», escribió en X con destino a Pablo.

Si bien el principal caballo de Troya de Putin y de Trump en la UE, muy reforzado por la nueva posición de EEUU respecto a Ucrania y Rusia, es el presidente húngaro, Viktor Orbán, gran valedor de Santiago Abascal desde que Vox rompió con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.

La invasión rusa de Ucrania provocó un cisma en la nueva derecha identitaria europea, entre los partidos que no quisieron tener más relación con Putin, como es el caso de los Hermanos de Italia de Meloni y el PiS polaco, y aquellos que, a partir de la formación de Patriotas -Salvini, Le Pen, Abascal...- se han alineado en el eje Budapest-Moscú.

Ese cisma en la derecha europea se produjo también en el seno de Vox, donde acabó imponiéndose el ala afín a las tesis rusas, encabezada por Jorge Buxadé, frente al sector más atlantista, representado por Iván Espinosa de los Monteros y por el todavía eurodiputado Hermann Tertsch.

Sin embargo, el regreso de Trump a la presidencia de EEUU y su sintonía con Putin libera a Vox de cualquier contradicción interna respecto a la posición con Rusia y lo convierte en uno de los principales estiletes que Trump y Elon Musk van a utilizar para erosionar la UE. Pasadas las elecciones alemanas, donde la nueva administración estadounidense intenta que ganen los ultras de AFD, llegará el momento de Vox.