En 1972, Chicho Ibáñez Serrador convirtió en mito lo que iba a ser nada más que un acompañamiento: las azafatas del Un, dos, tres... El mago de la televisión escogió a unas chicas guapas, resultonas (es lo que imperaba en la época), les colocó unas gafas extravagantes, les dio una calculadora y las transformó en leyendas. Y fue en ese año cuando una joven sueca entró a formar parte de esa leyenda de la televisión. Su nombre: María Gustafsson. Hoy, las generaciones del Un, dos, tres... se acuerdan más que nunca de Britt, como se la conocía en el programa. María Gustafsson ha fallecido a los 78 años.
Gustafsson se hizo muy conocida como azafata del icónico programa, al que llegó cuando en 1972 Chicho Ibáñez Serrador decidió contar con ella. Era Britt, el nombre que le puso Chicho Ibáñez Serrador al considerar que María era demasiado español para una sueva, y la azafata que compartía plano con otras grandes como Ágatha Lys, Blanca Aguete, Yolanda Ríos, Ana Ángeles García, Aurora Claramunt y Blanca Estrada. Aunque en aquella época del concurso, las azafatas todavía no cantaban ni bailaba, cada una tenía su papel. El de Britt era el de sacar de un bombo de la suerte las bolas con el nombre de los concursantesque participarían la semana siguiente.
Todo fue una casualidad y, aunque parezca sorprendente, el haber usado su imagen sin consentimiento. "Usaban mi foto para promocionar viajes a Canarias. Fui a la agencia de viajes y dije 'esa soy yo y nunca me han pagado por esa foto'. Así que me ofrecieron un viaje a Canarias. Fui a Canarias, después a la Península y empecé con el sueño de ser actriz", contó en Cine de Barrio.
Cuando Chicho Ibáñez Serrador la fichó, ella vio la oportunidad para cumplir su sueño y dedicarse a la interpretación, pero, precisamente, el ser azafata del Un, dos, tres... le hizo darse cuenta de que no era una buena actriz. Y eso que fue gracias a un papel en La residencia, película de Chicho Ibáñez Serrador, donde el director se fijó en ella.
"Intenté serlo entre Chicho y el Un, dos, tres... pero con el tiempo fui dándome cuenta de que no tenía talento para ser buena actriz, así que pasé a trabajar detrás de las cámaras", relató. Y eso que oportunidades no le faltaron, pues el Un, dos, tres... siempre fue una cantera de actrices (Lydia Bosch, Victoria Abril, Miriam Diaz Aroca, Paula Vázquez...). Participó en varias películas de la época como No desearás al vecino del quinto o La residencia, pero su vocación y lo que realmente se le daba mejor, aunque parezca sorprendente, era estar detrás de las cámaras.
Su relación con RTVE se mantuvo durante bastante tiempo, aunque del otro lado. Dirigió y produjo varios programas en la Televisión Pública y después para Canal 10. Sin embargo, en 1990 su tierra le llamó y regresó a Suecia. Allí cambio las cámaras y los focos por la escritura. Allí publicó una trilogía sobre Klara Andersson, una intérprete sueca reclutada por el Servicio Secreto Militar, Den vidunderliga utsikten (La vista maravillosa), además de títulos como Huset på Carrera 10 (La Casa de la calle 10) y Absintängeln (Árbol de Absenta).
Y aunque su vida estaba en Estocolmo, su vínculo con España y con el Un, dos, tres... lo mantuvo siempre. Cuando había algún aniversario, algún programa sobre el mítico concurso o el recuerdo de algunas de las películas en las que participó, María Gustafsson regresaba a España y cumplía con su papel de embajadora del mítico programa de televisión. Además, España no sólo cambió la vida profesional de Britt, sino también su vida personal, pues en 1971, un año antes de que Chicho Ibáñez Serrador la ofreciese ser azafata, se había casado con el actor español Miguel Lluch, con quien tuvo dos hijos, Elin y Mischa.