Con suspense, con suerte, en los penaltis... España llega a la fase final de la Nations League. No lo mereció, salvo en la épica. Más de tres partes del partido Países Bajos fue mejor. A veces, la selección, por su falta de ideas, me pareció que se parecía mucho a la de Luis Enrique. En muchos pasajes del encuentro me preguntaba sobre España: ¿Es ésta la campeona europea? No, no lo era. Los Países Bajos casi siempre jugaban a su son.
Veía a un centro del campo español lento, sin sentido. Pero, ¿a quién se le ocurre alinear a Olmo como centrocampista, cuando es un mediapunta? Y mantener a un Fabián mediocre, fuera de órbita y que estuvo casi todo el tiempo, cuando no tenía ningún poder, ni orden, ni ideas. Y peor es Zubimendi, que hace muchas faltas, y no tiene ningún poder creativo, acongojado como un quinto defensa.
El equipo de De la Fuente parecía un conjunto pequeño, al estilo defensivo de Simeone, con mucho miedo de la velocidad y la verticalidad neerlandesa. Sólo se defendió con el tempranero gol de penalti. Todos los holandeses, en cambio, parecían tanques ofensivos mientras que la selección sólo esperába que Yamal hiciera alguna magia. La hizo cuando llegó el minuto cien. Por fin algo vital. Menos mal.
El único héroe fue Nico, el elemento más peligroso. Fue decisivo cuando le dejó un pase de gol a Oyarzabal, que falló inicialmente y, tras una carambola, logró el tanto que ponía por delante a la selección impulsada or el generoso público de Mestalla.
Nadie pensaba que el equipo de Países Bajos se quedara sin empatar de nuevo y quizás algo más. Casi pudo ganar por méritos. Al final, apareció Unai Simón, y fue el milagroso amuleto para salvar definitivamente la eliminatoria.
La furia llegó en los primeros minutos de la prórroga, porque Pedri cambió la factura de ineficacia. Llegó el gol de Lamine y ya era como navegar en un océano pacifico. Pero ni eso. Otro estúpido error de un inútil Le Normand, con Asencio en el banquillo, concedió un penalti a Simons. Llegó el empate y una vez más, en la última jugada, salvó el cielo De la Fuente.
La preocupación es que nos encontramos con una selección que no se parece en nada a cómo jugaba tan sólo hace unos meses. Con una seleccionador que se cree infalible y que está endiosado, porque es intocable. No sé, ya veremos en junio, pero el futuro no es rojo pálido, por no decir otro color.