- Rachel Cusk: "Las mujeres tienen sentimientos complejos y violentos hacia los hombres después de ser madres"
Después de la trilogía compuesta por Tránsito, A contraluz y Prestigio, la escritora Rachel Cusk (Saskatoon, Canadá, 1967) encontró inspiración en el mundo del arte con Segunda casa -donde lo más interesante no estaba tanto en la parte dedicada al arte sino en la que se centraba en la convivencia que la "segunda casa" a la que hacía referencia el título propiciaba entre los residentes y los dueños-. Entre medias de esta novela y la trilogía, Libros del Asteroide publicó en castellano dos de sus libros anteriores: Un trabajo para toda la vida, crónica sobre su maternidad, y Despojos, el relato de su divorcio.
Desfile, su novela más reciente, es una especie de combinado de todo: está el mundo del arte, las interferencias de la maternidad en las carreras artísticas de las mujeres y todo un abanico de ejemplos de relaciones dislocadas entre madres y padres e hijos, y también se cuelan episodios de su biografía.
Rachel Cusk
Traducción de Catalina Martínez Muñoz. Libros del Asteroide. 184 páginas. 18,95 ¤ Ebook: 9,99¤
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Dividida en cuatro partes -"El doble", "La comadrona", "El saltador" y "El espía"-, la novela despliega una serie de personajes artistas -pintores, escultoras, cineastas, escritores y a veces todo a la vez- de los que sólo se da su inicial, que además comparten: G. Pertenecen a épocas distintas y algunos están inspirados en artistas reales: se puede intuir a Louise Bourgeois tras una de las G, quizá a Georg Baselitz tras el pintor G, que un día decide pintar del revés, por ejemplo.
Ese abanico de G hombres y mujeres le permite a Cusk exponer sus ideas sobre las diferencias entre las mujeres y los hombres artistas, que, para ella vienen a ser intrínsecas e insalvables. Es decir, no habla tanto de las condiciones materiales o sociales, sino de una especie de condición previa, casi como de carácter, algo que resulta decepcionantemente simplista. Cae en la reducción de comparar la creación artística con la creación de vida de las madres.
Diferentes montajes de tramas paralelas
Tres de las secciones siguen un mecanismo narrativo similar, como de montaje paralelo: hay dos tramas que pueden converger o no, compartir personajes o no. En "El doble", se alternan el relato del pintor que decide pintar del revés y la narradora en primera persona a la que una mujer ataca en la calle en París. La atacada se pregunta si se toma el ataque de modo diferente por el hecho de que la agresora sea una mujer. En "La comadrona" se lleva al lector de la historia de la pintora G, autora de cuadros flojos pero que se venden bien, a la un matrimonio que vive en una granja. Y "El espía" combina la historia del cineasta G, que acude a acompañar a su madre en su agonía, con el monólogo de una voz en primera persona del plural que repasa la relación con su madre ahora muerta.
Por su parte, "El saltador" es la sección que más se parece a la trilogía en el modo de hacer: los personajes van hablando y quedan retratados por sí mismos; la escritora es una observadora. No hay guiones para señalar los diálogos, y a veces las intervenciones de los personajes resultan un poco forzadas, casi inverosímiles, pero es el capítulo en el que Cusk logra construir algo que se eleva y resulte interesante. Volviendo a "El espía", capítulo que cierra el libro, en él se explora cómo ven los hijos a los padres. Además del cineasta G, está su hermano, de quien sus padres no saben el giro que ha dado a su vida, pero sí han leído el libro en el que cuenta su infancia y donde "presentaba a los padres con una tiranía mucho más dolorosa y cruel de la imagen que G conservaba".
Según el padre, "es el disgusto [provocado por la lectura] lo que la está matando". A la vez, una primera persona del plural repasa su vida, centrada en los afectos y el amor, a raíz de la muerte de la madre. La voz que habla, los hijos, han crecido sin el amor de su madre: "Nuestros hijos nos enseñaron lo que era el amor, y poco a poco empezamos a comprender el alcance de lo que no habíamos recibido". En esa primera persona del plural resuena "Las relaciones humanas" de Natalia Ginzburg, ensayo reunido en Las pequeñas virtudes, pero si la italiana logra una universalidad y una comprensión del alma humana, Cusk se contenta con el recurso estilístico, cuya potencia no termina de dirigir a ningún sitio.
Una chistera vacía
Las obsesiones de Rachel Cusk están claras: la culpa de la madre, artista o no, los vínculos afectivos con los hijos y la pareja en relación con la carrera y los hijos, y las relaciones entre hombres y mujeres. Desfile comparte tema e intereses con otras novelas más o menos recientes, como El mundo deslumbrante, de Siri Hustvedt o Biografía de X, de Catherine Lacey. Ambas son el intento de retratar a una artista que usó su obra para ocultarse, más o menos, aunque en el caso de la novela de Cusk, lo que hay son diferentes artistas que componen una especie de retrato poliédrico, un poco todas las posibilidades a la vez.
Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, ideas interesantes y temas atractivos, Desfile resulta apresurada en la escritura, sin la finura y el brillo de otros libros anteriores de Cusk. Es una novela deliberadamente sin argumento, que podría ser un libro híbrido, entre el ensayo y la narrativa, pero no se logra llegar a ningún lado más allá de ir soltando ideas más o menos ocurrentes, más o menos pertinentes y más o menos ingeniosas.
Pongo dos ejemplos tomados de la última sección del libro, de la parte dedicada a la madre cuyos hijos hablan con una única voz. "El embarazo concluía con el drama del nacimiento. El amor terminaba con el espectáculo del matrimonio", forma parte de las buenas frases. Este razonamiento resulta en cambio un poco sacado de la chistera: "De repente no podíamos tolerar el capitalismo. Notábamos su presencia en nuestras vidas, vilmente transformadas en una prisión, repulsiva. ¿Era nuestra madre una función del capitalismo?". El problema real de Desfile es que no termina de quedar claro cuál es la novela que quería hacer Cusk. Ya se sabe, la magia no siempre funciona, por mucho que el mago sea bueno.