Francesco Rivella tenía 97 años y había nacido en Barbaresco, en la provincia de Cuneo. Murió el viernes 14 de febrero, en el décimo aniversario de la muerte de Michele Ferrero, el inventor de Nutella. Rivella y Ferrero compartieron gran parte de sus carreras profesionales: el primero como químico, el segundo como ejecutivo. Durante más de 40 años, Rivella fue un fiel colaborador de Ferrero y quizá podría decirse que fue él quien tradujo en productos tantas ideas brillantes, desde Nutella hasta Ferrero Rocher.
Rivella se incorporó a la empresa de confitería Alba en 1952, cuando tenía 25 años: acababa de licenciarse en química bromatológica y se dedicaba al estudio de las materias primas para la creación de productos innovadores.
De hecho, formó parte de lo que en la empresa se conocía como la 'Sala de Química' y utilizó sus conocimientos para crear todos aquellos productos que acabaron decretando el éxito del grupo confitero con sede en Alba, favoreciendo así la transformación de Ferrero de un pequeño negocio de provincias en una empresa de dimensiones internacionales.
Por eso Francesco Rivella figura entre las personalidades mencionadas por el periodista Gigi Padovani en su libro Mondo Nutella, en el que dice que en los años 50 Rivella había acompañado a Ferrero en numerosos viajes a países del norte de Europa: "Compraban chocolates, cremini, barras, snacks: los analizaban, no para copiarlos, sino para hacerlos mejores. Querían huir de los sucedáneos y tostar su propio cacao". Gracias a esa experiencia nacieron productos que han permanecido en la historia de la empresa de Alba, como las tabletas de chocolate negro Ducalba.
Ferrero se internacionaliza
Rivella empezó entonces a ocuparse también de los laboratorios tecnológicos del grupo, que estaban repartidos por varios países del mundo, y de 1973 a 1993 fue director adjunto de investigación básica del grupo: se le encomendó la supervisión de los laboratorios químicos y tecnológicos que tenían no sólo en Italia, sino también en el extranjero.
Viudo, era padre de cuatro hijos (Paolo, Sandro, Enrico y Chiara) y abuelo. Vivía en Alba, donde era un apasionado del voleibol y la fruticultura. Entre sus muchos cargos, cabe destacar el de presidente de la Orden de Químicos y presidente del Proloco de Barbaresco, su ciudad natal. También le recuerda el Club Rotario Alba, del que era socio desde 1970 y el de mayor edad. «Una figura insustituible en nuestro Club y un querido amigo al que echaremos de menos. Nos unimos, con profunda emoción, al dolor de sus seres queridos», escribe Rotary.