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Análisis | Guerra de Ucrania

Acuerdo de alto el fuego entre Rusia y EEUU: una tregua marítima que puede nacer muerta

Vladimir Putin exige a Washington según el documento firmado una reconexión bancaria al sistema Swift, una decisión imposible sin la Unión Europea

Un barco fotografiado desde la costa de Odesa, en el mar Negro.
Un barco fotografiado desde la costa de Odesa, en el mar Negro.Nina Liashonok
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Trump rehabilita a los petroleros de Putin. Esa es la primera lectura del comunicado sobre la tregua del mar Negro emitido por la Casa Blanca tras 12 horas de negociación en Arabia Saudí. Parecía al principio otro alto el fuego que se iba al limbo sin acuerdo, pero este martes por la tarde se comunicó el pacto. «EEUU ayudará a Rusia con los sistemas de pagos internacionales, seguros marítimos y los accesos a puertos para que pueda exportar fertilizantes y otros productos agrícolas en el mercado global», dice el segundo punto del documento, justo después de «garantizar una navegación segura, eliminar el uso de la fuerza yevitar el uso de buques comerciales con fines militares en el Mar Negro».
Aún no sabemos si el acuerdo es bueno para Ucrania, porque no especifica en ningún sitio si los puertos ucranianos de Jersón, Mikolaiv y Odesa quedan dentro del alto el fuego o Rusia puede seguir atacándolos a distancia y a placer como en las últimas semanas.
Pero sí sabemos que la tregua es muy buena para Moscú por varias cuestiones: Rusia puede volver a poner en marcha, desde sus puertos en el mar Negro, la exportación de gas, petróleo y fertilizantes que había sido interumpida por los drones marítimos ucranianos. Es decir: eliminan la principal herramienta de Ucrania: la capacidad de perjudicar las venta de petroleo ruso por mar.
Además, el acuerdo auspiciado por EEUU se compromete a abrirle los puertos extranjeros a través del Bosforo y hasta facilita volver a entrar en los sistemas de pago bancarios que el Kremlin tenía capados por las sanciones.

El documento deja hoy más preguntas que respuestas, porque habla de «favorecer la navegación», pero, ¿qué sucederá con los barcos de guerra desplegados en el mar Negro? El ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, enfatizó en su cuenta de X: «Cualquier movimiento por parte de Rusia de sus buques militares fuera de la parte oriental del Mar Negro se considerará una violación del compromiso de garantizar la navegación segura en el mar Negro y una amenaza para la seguridad nacional de Ucrania. En este caso, Ucrania tendrá pleno derecho a ejercer su legítima defensa». Es decir, que disparará contra ellos.


Otra de las cuestiones que deja este alto el fuego es si los europeos aceptarán y también permitirán a Rusia una flexibilización de las sanciones al transporte marítimo. Rusia afirma que, para que el acuerdo entre en vigor, su banco agrícola, Rosselkhozbank, debe reconectarse al sistema Swift. Y esto no puede hacerse sin el consentimiento de los europeos, que en ningún momento han hecho ninguna declaración en ese sentido.
Esas sanciones europeas expiran el 31 de julio de 2025 y para tumbarlas antes de esa fecha, que es lo que Rusia demanda, la UE tiene que votarlo de manera unánime. En resumen: es improbable que suceda.


Como conclusión, según el analista alemán Nico Lange, «Rusia ya había sido derrotada en el mar Negro occidental y Ucrania había luchado con éxito para abrir las rutas comerciales desde Odesa. Con el acuerdo de ayer, Rusia no cede prácticamente nada, pero recibe un alivio de algunas sanciones y nuevos ingresos para su maquinaria bélica». Zelenski fue más allá: «Ucrania no atacará las instalaciones energéticas rusas mientras Putin siga atacando las nuestras. A día de hoy, así suena este acuerdo».
De momento, con este paso, tenemos a Rusia defendiendo sus intenreses en dos contextos donde le convenía una tregua: los ataques energéticos a distancia, que estaban acabando con un buen porcentaje de su capacidad de refinar petróleo con los bombardeos de drones ucranianos, y en el mar Negro, donde de nuevo los drones marítimos habían hundido el 30% de toda la flota rusa de Sebastopol (incluso su buque insignia, el crucero Moskva) y el resto la había arrinconado en puerto.


Si Ucrania no consigue en las próximas semanas un alto el fuego completo, este acuerdo preliminar parece destinado a descarrilar por el desequilibrio que supone y por la decisión de Europa, que no ha sido invitada a estas negociaciones pero ahora tiene la última palabra.