Desde el m�s ac�
���� �Caramba, caramba, caramba! Estoy abrumado por la cantidad y calidad de las personas, conocidas y desconocidas, que se han dirigido a m� por tierra, mar, aire, tel�fono, correo, fax, blog, palomas mensajeras y se�ales de humo a ra�z de la publicaci�n de la pen�ltima y antepen�ltima entrega de Dragolandia ("Morir habemus" y "Con pocos pero doctos libros juntos").
���� Tengo m�s amigos de lo que cre�a. A todos agradezco la inquietud, el inter�s y la convicci�n proustiana de que no es la identidad de pensamiento, sino la consanguinidad de esp�ritu lo que une a las personas.