Paganismo, cristianismo, comunismo, keynesismo y darwinismo social

���� Le ruego, Papa Francisco, que dedique unos minutos de reflexi�n -no pido m�s- a las dos citas que incluyo a continuaci�n.
���� Me mueve a ello algo en lo que Su Santidad ha hecho hincapi�: la Iglesia, ha dicho, es de los pobres, los d�biles y los peque�os.
���� Cre�a yo que era ecum�nica... O sea: de todos. Me equivocaba.
��� �Qu� sucede con los ricos, los fuertes y los grandes? �No son hijos de Dios? �No los hay? �No existen ni en la naturaleza ni en la sociedad?
���� �Vaya si existen! Eche un vistazo a su alrededor y hojee las p�ginas de la historia. Repase la doctrina de Darwin acerca de la selecci�n natural de las especies. El hombre, sin ella, habr�a desaparecido.
��� �La primera cita es del d�scolo profesor, incorrecto polit�logo y eminente fil�sofo John Gray (busquen sus obras, traducidas al espa�ol, en la editorial Paid�s), y dice as�:
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���� "Los proyectos modernos de emancipaci�n universal son versiones laicas de la promesa cristiana de salvaci�n. Por el contrario, el mundo pagano se distingui� por la extremada modestia de sus esperanzas. Para Marco Aurelio y Epicuro, la buena vida ser�a siempre privilegio de unos cuantos. No exist�a la idea de que la humanidad entera pudiera salvarse ni de que ello valiera la pena."
��������������������������������������������������������� ("Contra el progreso y otras ilusiones")
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����� La segunda cita es de la novela "Los que vivimos", de Ayn Rand, ambientada en la Leningrado (antes San Petersburgo) de los primeros a�os de la revoluci�n sovi�tica...
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��� �����"-�Ignor�is que en los mejores de nosotros hay cosas que ninguna mano extra�a puede atreverse a tocar? Cosas sagradas, por la misma raz�n -y no por otra- que de ellas puede decirse: esto es m�o. �No sab�is que los mejores de nosotros, los que merecen vivir, viven �nicamente para s� mismos? �Ignora usted que en cada uno de nosotros hay algo que no puede tocar ning�n Estado, ninguna colectividad, as� est� formada por millones de hombres?"
������� "-�No comprende usted que no podemos sacrificar a millones de personas por el bien de unos pocos?
������� -S�, pueden hacerlo y tienen que hacerlo, cuando estos pocos son los mejores. Niegan a los mejores el derecho a llegar a las palancas de mando y luego no quedar� ninguno de ellos. �Qu� son vuestras masas? (...) �Qu� es el pueblo, sino millones de peque�as almas desoladas que no tienen pensamientos propios, ni sue�os profundos, ni voluntad? �Y para �stos hay que sacrificar a los pocos que conocen la vida, que son la vida? Detesto vuestros ideales, porque no conozco peor justicia que la justicia para todos. Los hombres no han nacido iguales y no s� porque hay que querer que lo sean".
(fragmento del di�logo entre Kira, trasunto de la autora, y el camarada Kutunov)
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���� Seg�n Ayn Rand, mascar�n de proa y bander�n de enganche del darwinismo social, que sufri� en su carne y en su alma la doctrina sovi�tica y apost� por el capitalismo frente al socialismo, las teor�as de �ste se articulan en torno al engranaje de tres trampas:
��� �Primera: "de cada cual seg�n su capacidad y a cada cual seg�n sus necesidades"... Ya, pero �qui�n define �stas y aqu�lla?, se pregunta la novelista. Respuesta obvia, y la da: quienes est�n al mando del cotarro y distribuyen el bot�n. Ah� radican el chanchullo y el saqueo.
���� Segunda: "todo el mundo, por el mero hecho de nacer, tiene derecho a vivienda, comida y trabajo". Presunci�n descaradamente antropoc�ntrica e incompatible con el funcionamiento de las leyes naturales. S�lo la idoneidad, la laboriosidad y el cumplimiento del deber granjean, por v�a de m�rito, tales derechos, que no son universales, sino personales.
���� Tercera: "la vida es sufrimiento y quienes sufren tienen derecho a un trato de favor". Lo primero es, a todas luces, falso, aunque a veces no lo sea. Y lo segundo, �por qu�? �Es l�gico castigar la dicha y premiar la desdicha? �No conduce eso a extender el dolor en lugar de reducirlo? �Cabe llamar positiva a cualquier forma de discriminaci�n?
���� Mis respetos, Santidad. Conf�o en que sus fieles tambi�n me respeten a m�, a Gray y a Ayn Rand. Los tres creemos que la vida puede y debe ser placentera, que los grandes hombres son preferibles a los min�sculos y que la meritocracia es la forma m�s justa de gobierno de la sociedad.