Reflexiones

Constance Dowling, la "muerte" de Pavese
���� La suegra de una amiga m�a, que es ginec�loga, le dice a mi s�ptima esposa: "Mejor ser la �ltima mujer que la �nica". Tiene raz�n.
���� Releo "La historia de San Michele", de Axel Munthe, que con tanto ah�nco y placer le� en mi infancia, y me encuentro, al hilo de esa relectura, con la frase que Vasari puso en boca de Miguel �ngel (o, mejor dicho, en su pluma, pues formaba parte de una carta enviada por el artista al historiador): "Non nasce in me pensier che non vi sia dentro scolpita la Morte". A m�, a estas alturas de la Vida, me sucede lo mismo. Mi libreta de tel�fonos es ya cementerio de sepulcros blanqueados por el typpex y no hay mes, por no decir semana, en el que no excave una nueva tumba (Olano, Enrique Meneses, Pepe Sancho... A Sampedro nunca lo tuve por amigo, ni ganas).
��� �Escribamos, en todo caso, muerte y vida con may�scula, como en su carta, y en lo relativo a la primera, lo hace Miguel �ngel. �ste, por cierto, era, adem�s de otras cosas, escultor. Aclaro, por si alguien lo dudara, que scolpita significa esculpida. Curioso, �no? Llevamos la muerte dentro como la estatua anida en el interior del m�rmol hasta que el cincel la extrae y la convierte en vida. Cont�mplense al respecto las estatuas inacabadas de los cuatro Prigionieri de Miguel �ngel, siempre �l, en la Galer�a de la Academia florentina.
��� �Pavese escribi�: "Verr� la morte (con min�scula) e´ avr� i tuoi occhi". Tambi�n llevaba raz�n. A�os despu�s se suicid�. Muerta est�, as� mismo, la hermosa mujer de la que, en vano, se enamor�. Era americana, rubia y sumamente peligrosa. Parec�a una actriz de Hitchcock.
���� Leo en alguna parte que a lo largo del �ltimo a�o hubo en Vandalia treinta y seis mil manifestaciones. �A consecuencia de la crisis? �No ser�n m�s bien esos gestos de pat�tica irracionalidad causa de ella?
���� Gregorio Mara��n escribi�: "En Espa�a, todo hombre que sube parece que lo hace s�lo para servir de blanco al rencor de los que est�n abajo". Cierto, cierto... Si tienen ustedes la desgracia de haber nacido en ese pa�s al que don Gregorio a�n llamaba por su antiguo nombre procuren no destacar. Si lo hacen, acabar�n en la picota, en el paro o en los dos sitios.
���� Y, por hoy, ya est� bien.